JUNKYARD

16 – 10 – 15

Bilbao (Kafe Antzokia)

 

 

Tal vez pudieron ser tan grandes como algunos otros de su generación. Emergieron en medio de la explosión del hard rock angelino en el momento donde unos tal Guns N´ Roses explotaban a nivel mundial encabezando una nueva generación de bandas pero, como ha ocurrido en otros muchos casos, el tiempo diluyó su posible éxito, dejando el camino despejado para otros nombres que se convertirían en auténticos gigantes destinados a llenar grandes pabellones eclipsando al resto. Pero Junkyard también nos dejó a finales de los 80 y principios de los 90 un legado más que atractivo para cualquier amante de aquella corriente de marca propia emergida en esa zona determinada de U.S.A. Concretamente su debut “Junkyard” de 1989 y su segundo disco de 1991 “Sixes, Seven And Nines” son auténticas joyas. Pese a editarse con el sello Geffen, dentro del cual otras bandas corrieron mucha mejor suerte, el grupo prácticamente desapareció del mapa durante el resto de la década. Y es en la línea divisoria con el nuevo milenio cuando reaparecen, aunque tal vez no con mucho ruido ni productividad. De hecho, la excusa para esta gira era la edición tan solo de un single llamado “Faded”, con un nuevo tema homónimo que cabe destacar como un autentico cañonazo en su estilo.

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Sin teloneros salieron ante un Kafe Antzokia bastante más despoblado de lo que merecerían. Sin embargo, eso no amilanó a una banda que demostró ser actitud y rock & roll por los cuatro costados. Encabezados por un David Roach a la voz que resulta puro genio sobre un escenario. Tal vez no tenga una gran imagen de primeras, pero se gana el escenario con su carisma y entrega. El otro miembro original en la banda es Patrick Muzingo a la batería, con cuerda suficiente como para no decaer el ritmo y la intensidad de la hora y cuarto de descarga brindada por el grupo. Pudo saber a poco, pero hay que reconocer que tampoco es que tengan una discografía tan amplia y que con un grupo previo podría haber saciado más al personal. Tampoco es algo negativo que nos quedáramos con ganas de más, puesto que es reflejo del disfrute generalizado ante lo expuesto por la banda sobre las tablas.

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Una lástima que por compromisos con Bad Religión no pudiera estar Brian Baker, sustituido excelentemente por Marc Diamond de The Dwarves. La otra guitarra fue cubierta por Tim Mosher, con una imagen rockabilly perfectamente acorde con ese deje que adquiere un grupo que dentro del sonido de Los Angeles aún conservaban en sus temas ese toque de rock añejo, solo que macarrizado en su justa medida. El bajo lo ocupó Todd Muscat, quien ya estuviera en la formación en la última parte de la época clásica, retomando la historia desde el 2000 a raíz de la reunificación del grupo.

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Ni qué decir tiene que sus temas más clásicos fueron los que coparon la práctica totalidad del repertorio. Arrancando con toda la energía posible con “Life Sentence”, con un rostro por parte de David Roach un tanto serio, muy centrado en cualquier caso en la descarga. Poco a poco la descarga iría recibiendo el calor de los presentes, algo que agradecería cada vez que se acercaba a las escaleras del Antzoki.

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“Hot Rod” fue un nuevo cañonazo en la descarga que no perdería energía un solo instante pese a incluir un tema como “Long Way Home” en esta primera parte, con un sentimiento más blues. Pero es que tampoco ese nuevo “Faded” se queda a la zaga de sus clásicos. Sabe a poco tan solo un nuevo tema, pero hay que reconocer que se incrusta perfectamente entre temas por los que han pasado 5 lustros como “Misery Loves Company” o “Simple Man”.

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Eso sí, cabe reservar un hueco fuera de categoría para “Blooze”, donde el vocalista encontró el apoyo de sus incondicionales, a los que cedió el micrófono encantado. Incluso una sonrisa por fin se dejó ver en su rostro. Le siguieron muy de cerca otros temas tan emblemáticos como “Hollywood” y el directo “Shot In The Dark”, momentos claves en la descarga sin desmerecer el resto una actuación que no tuvo ni una sola caída hasta el final con “Lost In The City”.

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Tras abandonar el escenario parecían rematar con un enérgico “Nice Boys (Don´t Play Rock N´ Roll)” de Rose Tattoo, con la colaboración de un público entregado en el mítico y una y mil veces coreado estribillo. Pero hubiera quedado la sensación de que faltaba algo más, sobre todo cuando el público arreciaba negándose a abandonar la sala sin la reaparición de la banda. Tras hacerse de rogar lo hicieron de buena gana, con un generoso “Sonic Reducer” de Dead Boys en el que David Roach se mezcló con el público dejando una imagen final de lo más punk.

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Aun se insistía en la vuelta de la banda, pero esta vez ya no hubo reaparición sorpresa. Junkyard había expuesto lo que mejor sabe hacer sobre las tablas con ejemplar actitud y poco o nada cabe reprocharle. Puede que con mayor reconocimiento en el pasado ahora tuvieran una mayor discografía a sus espaldas de la que tirar; o tal vez el éxito les hubiera hecho desviarse demasiado de la raíz de todo esto, como le ha pasado a más de un contemporáneo suyo que poco o nada tienen que ver con lo que fueron. Por el contrario, Junkyard pueden alardear de mantener el primigenio espíritu con el que surgieron en plena efervescencia, intacto. Cualquiera que añore esos incendiarios conciertos de pequeños recintos donde el contacto entre público y banda es totalmente cercano no debería perdérselos.

Texto: ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)

Fotos: MARI JOSE MARTIN (mari@lamiradanegra.es)