JOHNNY WINTER

17 – 07 – 10

Barakaldo (RockStar Live)

JOHNNY WINTER

Teniendo en cuenta el estado envejecido de este monstruo del blues de todos los tiempos, muchos debieron de pensar que es un ahora o nunca. Evidentemente nunca se sabe cuándo se va a ir una persona, y viendo a este mágico albino como se desenvuelve sentado en su silla, no podemos asegurar que esta haya sido la última oportunidad, pero verle salir agarrado por el brazo de una de las chicas que les acompaña en la gira, deja bien a las claras que tenemos aquí otro de los músicos bien entrados en la tercera edad que siguen necesitando subirse a un escenario para sentir ese impulso vital que les hace mantener la ilusión… la suya y la nuestra. Solo había que ver el rostro de felicidad con el que Johnny Winter se sentó frente al público para comprender que para gente auténtica sentir el tocar una guitarra y el calor del público es algo tan vital como respirar. Es en estas ocasiones cuando parece que el mundo alcanza el ideal de justicia y entendemos por qué alguien ha llegado a ser grande con todo derecho, escribiendo en la historia de la música su nombre de forma imborrable.

JOHNNY WINTER
JOHNNY WINTER

Uno de esos inmortales rockeros lo teníamos esta noche delante ante un número de personas considerable que entendió lo especial de encontrarse frente a frente con Johnny Winter, algo que a los que no estabamos ni en amago de proyecto cuando este tío comenzaba a mover sus dedos endiabladamente sobre el mástil de su guitarra tenemos que valorar como una ocasión caída del cielo. Una vez más tengo que decir que me sentí privilegiado por estar ante un mito vivo de la música que más nos gusta.

JOHNNY WINTER
JOHNNY WINTER

Para comenzar el concierto, Paul Nelson (guitarra), Scot Sparay (bajo) y Vito Liuzzi se marcaron un instrumental perfecto a nivel técnico e interpretativo, demostrando que la formación que acompañaba al protagonista central de la noche está compuesta por unos de los mejores músicos de sesión a nivel internacional, algo que suele ocurrir con monstruos de este calibre. Tras esa rápida concatenación de notas que abrieron la noche vimos aparecer a ese Johnny Winter con dificultades para andar por sí solo. Sin embargo, fue llegar a pisar el escenario y por él mismo se acercó hasta la silla, se sentó, cogió su guitarra y comenzó el recital de magia de esta noche.

JOHNNY WINTER
JOHNNY WINTER

En un momento te olvidas de que incluso esta tocando sentado, salvo porque en algunos puntos de la sala tal vez alguno tuvo que estirar el cuello un poco más de lo normal para verle más abajo de lo habitual. De repente la vida comienza a brotar por esos dedos que siguen siendo capaces de sacar chispas de esas seis cuerdas, con una nitidez en el sonido y una fluidez en su ejecución digna de sí mismo. Los muchos veteranos rockeros congregados esta noche y los más jóvenes, entre los que en esta ocasión nos tenemos que incluir, pudimos disfrutar de una sesión propia de una verdadera estrella brillando imperecedera desde lo más alto a lo largo de cuatro décadas.

JOHNNY WINTER
JOHNNY WINTER

Nos ofreció una descarga conjunta de temas propios y versiones donde nunca se le vio flojear como guitarrista. Tal vez hubo algún momento algo más exigente a la voz que le costó un poco más, pero con la pasión del corazón de blues que lleva en su interior lo suplió con creces. Nos encontramos con temas como “She Likes The Real Low”, o con versiones traídas a la actualidad a las que el tiempo solo les hace sonar hoy más encantadoras, como en el caso de “Miss Ann” de Little Richard o “It´s All Over Now” de Rolling Stones. También me pareció realmente memorable “Blackjack” de Ray Charles. Sin dejar de lado otros temas como “Mojo Boogie” donde lo verdaderamente importante para disfrutar de esta música es captar la esencia especial de un músico genial e irrepetible.

JOHNNY WINTER
JOHNNY WINTER

Johnny Winter aguantó sobre las tablas prácticamente una hora y tres cuartos, demostrando que su cuerpo de hombre ya parecerá cansado, pero su alma de músico está en forma como el primer día. Fue tal la ilusión que transmitió verle frente a un buen puñado de cientos de personas, que me parece todo un ejemplo para jóvenes y no tan jóvenes músicos. Incluso hizo el amago de marcharse del escenario como en las grandes ocasiones de triunfo, pero solo llegó al lateral del escenario para regresar a su asiento e interpretarnos un par de temas más. La imagen fue cuando Paul Nelson y Scott Sparay se colocaron a cada lado del maestro agachándose para ponerse a la altura que le permite estar sentado y provocando el estruendo de la nutrida concurrencia mientras que no dejaban de descargar. Con esa especial inyección que genera en nuestro cuerpo un concierto así corriendo por las venas, salíamos de la sala, en mi caso pensando si lo que presenciamos esta noche ocurrió realmente un 17 de julio de 2010 o si puede llegar a ser posible que un trozo del pasado más glorioso de nuestra música se plantara en la actualidad como algo inmortal solo en manos de quien ha dejado grabados para siempre muchos episodios como el de esta noche.

Texto: ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)

Fotos: MARI JOSE MARTIN (mari@lamiradanegra.es)