CRÓNICA: THE ARISTOCRATS
THE ARISTOCRATS
Martes 14 de noviembre de 2023 – Sala Kafe Antzokia – Bilbao
Va casi contra natura que una banda de un estilo tan complejo, e instrumental para más inri, consiga acaparar la atención de un nutrido público un martes a la noche. Un público que en buena medida repetía de años pasados en los que este trío deslumbró con su virtuosismo. Sin ir más lejos en su visita a esta misma sala a principios de 2020. Y es que si hablamos de gente que destaca en el actual panorama The Aristocrats son indudablemente uno de los grupos que no pasa desapercibido. En primer lugar, porque pocas veces vamos a ver una exhibición técnica de esta categoría, todo un desparrame de virtuosismo sin límite. Y en segundo lugar, porque con ello crean un estilo diferente y llamativo. Si es que lo suyo se puede definir como un único estilo, porque encontramos detalles casi de cualquier palo musical que se te ocurra en una propuesta que por su desarrollo casi está más cerca del jazz que del heavy metal. Al menos entre esos dos mundos se mueven con una destreza digna de ver para creer.
Eso hace que la gente siga con una atención inusual la actuación, contribuyendo a ello la petición de que no se sacaran fotos ni se grabara la actuación por parte de los asistentes, con apercibimiento de los pipas en caso de ver algún movimiento extraño entre la concurrencia.
La demostración de destreza arrancó con la banda siendo ya presentada de entrada por el bajista Bryan Beller (Joe Satriani, Steve Vai James Labrie…). Al otro extremo del escenario se encontraba el guitarrista Guthrie Govan (Asia, Steven Wilson…) y en el centro del escenario, en una posición bastante adelantada para lo habitual al enorme batería Marco Minnemann, para que no perdiéramos detalle. Aquí los tres compartieron protagonismo con un virtuosismo fuera de serie y una compenetración entre ellos simplemente admirable.
Los malabares musicales se abrieron con “Stupid 7”, tras la cual Bryan nos dio la sorpresa de que caerían hasta tres temas nuevos esta noche de un próximo disco que llegará en 2024. En prácticamente cada tema explicaban alguna historia en la que se inspiraba el tema. Y en este caso, este fue presentado como un tema de alcohol que lleva por título “Hey… Where’s My Drink Package?”.
La seria forma de hablar de Guthrie Govan contrastaba con las carcajadas que provocaba entre los presentes a la hora de presentar los temas, con un buen sentido del humor pese a su concentración y seriedad en el gesto. Así lo reflejaron los discursos previos de “Sgt. Rockhopper” y “Bad Asteroid”. Dos nuevas demostraciones de virtuosismo exacerbado. Podríamos decir que es una banda de virtuosismo extremo para calificarla. Se alejan del convencional concierto en el que se busca provocar reacción en el público. Aquí la concurrencia se queda pasmada viendo ese fluctuar de intensidades en el que no sabes qué es lo siguiente que va a pasar en cada composición, pero sin embargo nos llevan con armonía a través de ese oleaje.
Bryan Beller explicó para presentar “The Ballad Of Bonnie And Clyde” que sufrió el robo de sus instrumentos, que nunca recuperó aunque los ladrones fueran atrapados, pidiendo que la gente reaccionara con exclamaciones dispares. De alegría por el rapto de los malhechores y de decepción por no recuperar lo robado. Acto seguido el mismo bajista introducía “Aristoclub”, volviendo a provocar las carcajadas al contar con un guiño a la música dance de los 90 que parece haber inspirado un tema en cuyo núcleo se incrustó el solo del indescriptible Marco Minnemman. Un batería con una técnica de la que hizo gala de forma desaforada en un solo impresionante, con ese juego con unos muñecos de goma que hacían diferentes ruidos y a los que les sacó partido en algunos momentos de la descarga. Si es que además saben hacer ameno el rato, aunque no sea una propuesta que pueda calificar para todos los públicos. De hecho, en sus conciertos es normal que haya más cantidad de músicos de lo habitual. Y es que esto se acerca a una MasterClass. No quiero decir que sea necesario ser músico para disfrutarles, pero está claro que no es un grupo para profanos.
“Through The Flower” y “Ohhhh Noooo” fueron presentadas por Marco, que desveló cómo la segunda estaba inspirada en el “Metal Gods” de Judas Priest, con un ritmo asemejable y en este segundo tema con Bryan Beller muy presente en el bajo. Y con “Furtive Jack” nos acercábamos a la parte final del concierto, aunque con esos desarrollos que tiene la banda sabemos que un par de temas pueden dar mucho de sí, y vaya si dieron este y el siguiente “Last Orders”, en los que Guthrie Govan hizo gala de un tacto y una gama sonidos con la guitarra infinitamente amplio.
Parecían despedirse de Bilbao los tres músicos saludando satisfactoriamente desde el escenario, pero nos ofrecieron otro alarde más ante un público alabándoles. Esta vez fue un curioso “Blues Fuckers”, más ligero, en el que quisieron que el público participara. Primero pidiendo que una de las asistentes diera la entrada al grito de one, two, three, four y luego pidiendo que la concurrencia respondiera 1, 2, 3 o hasta 19 seguidas veces a los golpes de platillo que nos pedía Marco. Reto que la sala no rechazó para finalizar la noche de la manera más divertida dentro de una propuesta que entiendo que a más de uno se le pueda hacer farragosa, pero que no deja de ser una muestra musical de suprema categoría.
Todo un recital en el que la banda expuso temas de sus cuatro discos de estudio, resultando que también en este estilo puede ser el directo un punto fuerte. La forma de comprobar que no hay trampa ni cartón. No en vano, tienen tantos discos en vivo como en estudio, al margen del orquestal “The Aristocrats With Primuz Chamber Orchestra”, donde también han plasmado un sorprendente resultado. Pero desprovistos de esa parafernalia extra la banda es capaz de hacer un alarde de precisión técnica que abarca todos los terrenos imaginables en genuinos directos que son toda una experiencia al margen de lo convencional, que se le puede atragantar a los acostumbrados a ir a cantar unas cuantas tonadillas, pero que encandila a los paladares musicales más exquisitos.
ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)