CRÓNICA: JUDAS PRIEST + MOTÖRHEAD + SAXON

 

JUDAS PRIEST + MOTÖRHEAD + SAXON

31 – 07 – 11

Barakaldo (Bizkaia Arena)

JUDAS PRIEST

Si en el año 1980  (año de publicación de tres obras maestras como “British Steel”, “Aces Of Spades” y “Wheels Of Steel”) nos hubiéramos echado a dormir y despertáramos en el 2011 ante un cartel conformado por Judas Priest, Motörhead y Saxon seríamos incapaces de comprender el tiempo que ha pasado. Viendo este cartel, que equivale a un cierre de lujo de cualquier festival veraniego, pareciera que el reloj estuviera congelado en los años de esplendor del heavy metal. Por ello la acogida de esta gira ha sido tal que consiguió agotar entradas en Madrid, dejando para Barakaldo una buena entrada un domingo por la noche de un fin de semana que para muchos era inicio de sus vacaciones. No se nos escapa que estos nombres podían acoger aún mejor entrada, pero viendo el tipo de público que nos rodeaba es indudable que la barrera que han pasado bandas como AC/DC, Bon Jovi o Kiss para llegar a todo tipo de público, no lo han conseguido bandas como Judas Priest, Motörhead o Saxon. Aquí todo el personal era auténticamente rockero, con gente que ya ha visto a estas bandas en repetidas ocasiones y con un amplio porcentaje de seguidores desde su época más gloriosa. Para ellos esto podía suponer una cita rejuvenecedora, mientras que el público más joven, que echamos de menos en mayor medida, podía tener delante de sus narices a tres pilares imprescindibles del heavy metal. Un privilegio.

SAXON
SAXON

Además, tratándose de la gira de despedida de las grandes giras para Judas Priest, la cita adquiría un valor especial. Si bien, no hace falta que nos digan que estas bandas tienen que ir cayendo poco a poco, pese a que con ellos se llevan toda su grandeza hasta su última actuación, que lo anuncien o no, nunca se sabe cuando será. Por ejemplo, no esperábamos que K.K. Downing no llegara a esta cita y resulta que uno de los miembros míticos de Judas Priest dejaba la banda inesperadamente pocos meses antes de esta llegada a nuestro territorio, un bajón para todos. Por ello hay que disfrutar cada actuación de nuestras bandas como si fuera la última, más cuando por si solos son un pedazo de historia de este movimiento.

SAXON
SAXON

Entre esas bandas grandes y longevas hay muy pocas de las que se pueda decir que nunca decepcionan. La única que ahora mismo se me viene a la cabeza es Saxon, que siguen manteniendo el nivel que hasta el más exigente puede pedir de cada uno de sus conciertos. Capaces de animar hasta al más escéptico, aún cuando no cuentan con un sonido ni con una iluminación de lo más adecuada, como en esta ocasión. El papel de teloneros se cumplió por ese lado. Sin embargo, la banda de Biff Byford, Paul Quinn  y compañía fue calentando poco a poco el ambiente hasta estallar en un final que no por sabido y esperado dejó de resultar efectivo al máximo.

SAXON
SAXON

Entraron en la actuación con un sonido muy poco nítido, aunque “Hammer Of The Gods” y “Heavy Metal Thunder” fueron una toma de contacto muy adecuada, con un Nibbs Carter que ya comenzaba a enloquecer, como es habitual en el miembro de Saxon más inquieto sobre las tablas. “Never Surrender” comenzó a mejorar la sonorización, continuado por un “Chasing The Bullet”” que no provocó grandes reacciones, pero que la banda ejecutó muy atinadamente. El engranaje del grupo iba calentándose para demostrar el pleno rendimiento con “Motorcycle Man”, siempre esperado y querido por los más clásicos seguidores. “Demon Sweeney Todd”” desembocó en un solo de batería de Nigel Glockler que levantó a la concurrencia más de lo que cabría esperar, mostrándose ofensivo ante nombres de impresión con las baquetas como Mikkey Dee y Scott Travis, que luego le sucederían en escena. “Call To Arms” seguía mostrando a una banda con mucha chispa en sus nuevas referencias a pesar de los años transcurridos, si bien fue tras ello cuando el concierto emprendió una cuesta abajo constante en la que un no siempre rescatado “And The Bands Played On” comenzó a poner el recinto patas arriba, presentado por Byford con una referencia a los 80 en un festival donde coincidieron con grandes nombres del heavy metal. “Crusader” fue tan sensacional como siempre, con un  ondear de manos haciendo cuernos, “Denim And Leather” nos hizo sacudir la cabeza y levantar los puños en comunión con todos los asistentes y con el vocalista, que sigue desenvolviéndose en un escenario como pez en el agua. Cuando se unió a Paul Quinn significaba que este iba a comenzar el riff de “Princess Of The Night”, ejecutando además con la destreza habitual el solo de guitarra tan rockero y reconocible de este clásico, dejando que en el final del mismo fuera su compañero Doug Scarrat quien rematara con otro batallador solo. Con esta forma de bordar clásicos como este no es de extrañar que no nos cansemos nunca de verlos en vivo, como así lo atestiguaron los oes que desataron al final.

SAXON
SAXON

En esta ocasión Byford evitó reincidir en sus habituales palabras, aprovechando el tiempo, pero en “Wheels Of Steel” dejó escapar lo de grandes cojones al comprobar la respuesta de la gente ante la habitual fase de colaboración en el tema que suele cerrar sus conciertos, siempre dejando satisfecho a un público que les vitoreó e hizo poner en pie a los que estaban sentados.

MOTÖRHEAD
MOTÖRHEAD

También Motörhead estuvieron a gran altura; sin embargo, tenía tan buen recuerdo de su última actuación en Donostia hace medio año, que en esta ocasión no me transmitieron la misma fuerza. Supongo que será por el ambiente de un recinto que acogía a un público que no en todos los casos era acérrimo seguidor suyo o porque se han dejado ver mucho en los últimos tiempos por aquí, ya que en cuanto a actitud siempre son intachables. La sensación era que la gente esperaba demasiado sus clásicos de siempre, que tampoco variaron de los que esperábamos todos, mientras que la linealidad era lo que marcó el resto de una actuación que, sin impresionarnos como en otras ocasiones, no defraudó. El grupo defiende en directo con fuerza temas de su último disco como “Get Back In Line” y “I Know How To Die”, en los que se les nota ese ímpetu nuevo que a los grupos les da tener material fresco. Estuvieron presentes algunos temas que van cogiendo la categoría de clásicos aunque estén dentro de la última década de la banda, caso de “The Thousand Names Of God” o “In The Name Of Tragedy”, con imprescindible solo de Mikkey Dee incluido, que son ya fijos en el repertorio de la banda y que demuestran que Motörhead está dando el callo en estudio, fiel a su estilo de siempre y sin que nadie ose levantarles la voz pidiendo un cambio en un sonido tan simple como influyente en todos los ámbitos del rock.

MOTÖRHEAD
MOTÖRHEAD

Entre el resto del repertorio destacó un siempre aplastante “Stay Clean”, que de sonar un tanto más adelante en el concierto reactivaría la descarga, pero que suele caer a las primeras de cambio. “Metropolis” o “Over The Top” son de las que tampoco se suelen dejar fuera. Y también resalto la ejecución de un menos renombrado “The Chase Is Better Than The Catch”, oculto en la segunda cara de “Aces Of Spades” y que en esta ocasión rescataron. El final, en el que el ambiente se caldeó y la actuación subió al máximo, comenzó con la simple pregunta de Lemmy ¿os gusta el rock and roll? Significaba que llegaba el rockero “Going To Brazil”, con buena labor guitarrera de Phil Campbell, más incluso que en su solo de guitarra anterior, más destinado a dar descanso a la banda. El comienzo de “Killed By Death” también cuenta con ese punteo inicial tras el estallido con el que comienza uno de los favoritos de todos los seguidores de la banda, con el estribillo arreciando y con la habitual tirada de baquetas de Mikkey Dee en la traca final. Tanto aporreó su batería el rubio tornado que se encontraba allí arriba que en  “Aces Of Spades”  tuvo que acabar sin un plato que cayó abatido, mientras un pequeño moshing se hacía algo más grande en las primeras filas y  el recinto arreciaba en cada nueva llegada del estribillo. No nos olvidamos de que son Motörhead y tocamos rock & roll. Declaración que no faltó tampoco en este concierto en un par de ocasiones, la última antes de arremeter, como una y mil veces, con un “Overkill” que parece mentira que siga siendo tan efectivo y provocando semejante estruendo en una concurrencia que nunca deja de responder con estos clásicos, por encima del bien y del mal.

MOTÖRHEAD
MOTÖRHEAD

Un telón cubrió el escenario mientras se preparaba la escenografía para Judas Priest. Sin embargo, esta vez la banda no llevó su habitual escenario con esas pasarelas que cruzan la batería y en cuanto a producción solo contó con unos telones de fondo que iban cambiando, algunas imágenes reflectadas y algunos fogonazos que iluminaron el Bizkaia Arena en algunos momentos. Con ello, sin olvidar la ausencia de un K.K. Downing suplido por el joven Richie Faulkner, que le emula en imagen, pose e incluso movimientos, esta actuación es la que mejor impresión nos dio de Judas Priest desde que nos volvieran a visitar con Rob Halford de nuevo en el barco.

MOTÖRHEAD
MOTÖRHEAD

El inicio con los padres Black Sabbath y su “War Pigs” sonando antes de la caída del telón fue un acertado preámbulo que nos llevaba a los orígenes de todo este movimiento que bandas como los que hoy teníamos en frente han encabezado durante décadas. A ese origen nos quiso llevar Judas Priest cuando comenzaron con “Rapid Fire”, presentando por todo lo alto al nuevo guitarrista en sus duelos de guitarra con Glenn Tipton y con un fondo en el que veíamos una fábrica con cuatro chimeneas echando fuego y sobre la que podíamos leer Welcome To Home Of British Steel. En esas sucias fábricas británicas comenzó todo, de ahí surgió el germen del heavy metal con bandas como Black Sabbath o Judas Priest que terminaría estallando en la New Wave Of British Heavy Metal y que repercutiría en el resto de mundo. En este tour tan especial la banda quiso tener esta mirada retrospectiva, que se mezcló en la primera parte de la actuación con pinceladas de sus últimos trabajos

JUDAS PRIEST
JUDAS PRIEST

“Metal Gods” provocó rápidamente una respuesta increíble en el momento en que la banda todavía estaba fresca, sobre todo un Rob Halford en este momento con más movilidad que en las últimas ocasiones y mostrándose de voz muy bien, incluso exultante en “Heading To The Highway”, levantando el dedo hacía arriba en señal de reto y llegando a agudos de los que le convierten en el metal god. Con este otro clásico pasábamos de la portada del “British Steel” a las imágenes de carretera, en un comienzo de concierto fantástico que no menguó porque la banda se viniera unos cuantos años más adelante con “Judas Rising”, finiquitado con Halford en las escaleras de la batería extendiendo los brazos como un águila que se fuera a elevar. De hecho, estaban volando alto, demostrando un acercamiento entre los músicos que en sus últimas visitas brillaba por su ausencia. Difícil era ver al vocalista hacer un solo gesto a los guitarras, pero en esta ocasión pudimos verle junto a Faulkner, junto a Tipton e incluso con un siempre rezagado Ian Hill, con el cual también tuvo sus destalles en esas poses que nos recordaban a los Judas de los 80.

JUDAS PRIEST
JUDAS PRIEST
JUDAS PRIEST

La banda rescató una pieza como “Starbreaker”, ejecutada con una capacidad total y con enteraza, facturando en vivo todo un temazo de “Sin After Sin” y  enlazándola con dos clásicos más de los años previos a la explosión definitiva de la banda. “Victim Of Changes”, donde los rayos de luz escupidos desde el escenario parecían chispas sacadas de esas guitarras de fuego con las que siempre se ha identificado esta banda, rematando con un solo de Glenn Tipton marca de la casa. “Never Satisfied” fue una de las sorpresas no esperadas, que dejó constancia de la obra de debut de la banda, con explicación incluida de Halford mientras la portada de “Rocka Rola” se mostraba sobre la batería de Scott Travis. Estábamos en el momento de mayor despliegue del grupo, preguntándonos si esto podría durar hasta el final y dudando en estos momentos que el grupo necesite un descanso a tenor de semejante descarga. “Diamonds & Rust” con ese, habitual en lo últimos años, inicio baladístico fue un respiro. Pienso que esta forma de ejecutar esta versión de Joan Baez le quita así efectividad al tema, pero pensando en que Halford no podría cantarla como antaño y con el público colaborando, fue un emotivo momento. El fuelle regresó con “Prophecy”, exponente de su última obra hasta la fecha, con Rob Halford encapuchado con el atuendo de Nostradamus, sin la espectacularidad de la gira de presentación del disco en la que el vocalista emergía de las profundidades, pero manteniendo la tónica positiva. No se trataba de un concierto de grandes producciones, sino de algo más íntimo  y cercano que daba todo el valor a la música.

JUDAS PRIEST
JUDAS PRIEST
JUDAS PRIEST

Una tormenta se desató con “Night Crawler”, un tema rescatado de “Painkiller” que agradeció mucho el respetable y que se convirtió sin esperarlo en uno de los puntos altos de la actuación que mantendría su tónica con ese “Turbo Lover” cantado al máximo por todo el personal. Como una heavy metal balad del “Stained Class” nos presentó Halford “Beyond The Realms Of Death”, ultimo momento de verdadero brillo del concierto. Los que conocíamos el set list nos preparábamos para lo mejor con “The Sentinel” y la grata sorpresa “Blood Red Skies”. Debía de haber sido el culmen de todo lo que estábamos viviendo antes de emprender la traca final de temas infalibles en todos los conciertos de la banda británica. Pero, por desgracia, fue todo lo contrario. Halford no daba más de si, destrozando el primero, del que solo rescato los solos de guitarra, ya que tampoco Tipton anduvo muy fino con el punteo; y el segundo fue muy deslucido por un voz que no cuadró las melodías.

JUDAS PRIEST
JUDAS PRIEST
JUDAS PRIEST

Me temía que el concierto no retomaría el pulso, pero un tema como “The Green Manalishi” es de los que animan siempre, y así lo hizo con un público que, al contrario que el metal god, no desfalleció en ningún momento. Incluso tuvieron que cantarle íntegramente “Breaking The Law”, un himno de esa gran década para el metal de los 80, como Halford nos informó para el que no lo supiera. Por supuesto que encendió al respetable, pero que el vocalista, tras su Breaking The… What? optara por animar a la concurrencia sin cantar ni una estrofa fue un detalle que no me gustó demasiado. Supongo que se reservaba para “Painkiller”, que la tenía a continuación y que es un apuro del que debe de salir cada vez que la encara. Se debió cagar, literalmente, porque se dejó los huevos y lo salvó con buen nivel, con agudos en los que volvíamos a ver al Halford más próximo a lo que le ha hecho tan grande. Más solvente se muestra Scott Travis, al que se le notan esos años más joven con respecto a la parte clásica de la banda, con buen solo de batería para arrancar esta descomunal pieza.

JUDAS PRIEST
JUDAS PRIEST
JUDAS PRIEST

Tras un primer amago de despedida sonó la intro “The Hellion” para dar paso a “Electric Eye”, en el que vimos por primera y última vez al vocalista apareciendo en la parte alta del escenario a la derecha de Scott Travis. Sin llegar a las cuotas de magnificencia que el concierto alcanzó en buena parte de su transcurso, se daban muestras de recuperación, cosa que continuó con “Hell Bent For Leather”, en el que Rob Halford apareció con su moto, sobre la que permanece sentado hoy más como muestra de cansancio que de la chulería que le caracterizó en su mejor época. Y es que un “You Got Another Thing Comin´” totalmente apoyado en la moto daba síntomas de agotamiento. El final estaba cerca para él y para unos asistentes que en todo momento demostraron el apoyo, respeto y admiración que se merece esta institución a la que le perdonamos cualquier cosa siempre que sigan dando todo sobre las tablas. Porque en ningún momento dudamos de que la banda diera lo mejor de sí, solo que el desgaste de los años aflora. Y aún así, aunque nos hubiera gustado verles en el año 82, con solo un atisbo a lo que se cocía en el escenario nadie debería dudar de la relevancia de esta gente y de lo que supone para cualquier seguidor de estos sonidos estar frente a ellos.

JUDAS PRIEST
JUDAS PRIEST

Unas palabras de Travis daban paso al ritmo de batería de “Living After Midnight”, con un reloj marcando algún minuto más de la media noche, aunque en realidad pasábamos de la media hora sobre ese intervalo. Harlford apareció con la ikurriña sobre los hombros, la cual extendió sobre la batería e incluso besó entre la fiesta que congratuló a un público vasco cantando cada estribillo y mostrando una correa que nos hubiera gustado que en el escenario también quedara. Pero el tiempo hace estragos en todo. En cualquier caso, esta despedida de las grandes giras por parte de Judas Priest deja un regusto positivo ya que, viendo como se mostraron durante buena parte de la descarga, pareciera que dosificando esfuerzos y en fechas puntuales pudieran ofrecer, durante todo el concierto, un potencial acorde con la mejor imagen que tenemos de ellos.

Texto: ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)

Fotos: MARI JOSE MARTIN (mari@lamiradanegra.es)