ÑU

11 – 01 – 20

Vitoria-Gasteiz (Sala Urban Rock Concept)

 

 

Por mucho análisis que haga uno, es complicado comprender por qué a veces el público responde a las citas y otras veces no. Puede que el emplazamiento sea clave, pero la diferencia de kilómetros de Bilbao a Gasteiz son apenas 70 kms y hace apenas un año Ñu suspendía (me consta que por la baja venta de entradas) en la capital vizcaína, donde años atrás tuvo un paso con escaso público. Pero en esta ocasión en plena cuesta de enero, en una noche con diferentes eventos relevantes en Euskal Herria, la legendaria banda madrileña cosechó un poquito más al sur en el mapa una expectación ya reflejada en la larga cola que a la gélida hora de la apertura de puertas se formaba en la Urban Rock Concept.

Sean cuales sean los factores lo cierto es que por fin pudimos ver a  Ñu en suelo vasco haciendo un mínimo de justicia a una banda pionera con un legado a sus espaldas insuperable y con una de esas geniales figuras al frente nacido con un talento único para ofrecernos su magia en canciones como las que esta noche expuso ante su público, ávido de ver de nuevo a José Carlos Molina y los suyos en estado puro.

Ni el a veces polémico líder ni la banda que le acompaña en la actualidad defraudaría a nadie, brindando un repertorio de veinte temas que repasaría diferentes momentos de su extensa carrera, que llega a este punto con la reciente edición de su DVD “Madrid Rio”, cuyo repertorio tampoco fusilaron esta noche, aunque no faltó un buen puñado de temas del mismo con algunos otros que no entraron en él. Pero de lo que no cabe duda es de que con lo expuesto sobre el escenario de La Urban la banda dejó una buena muestra de toda una historia y de su momento actual.

Un momento en el que Molina sigue acompañado de excelentes músicos que no fallaron para que la banda, siempre con su líder como figura estelar, expusiera sus mejores galas. Entre ese elenco de músicos interminable que ha pasado por las filas del grupo en la actualidad hay que mencionar a Vesko Kountchev en el violín, Luis Calzada (ex Avatar) en la guitarra, Manolo Arias (ex Atlas, ex Niagara…) en la otra guitarra, Cesar Sánchez (ex Eldorado) en el bajo, Oscar Pérez (Ars Amandi, Khy) en la batería y Juan Miguel Rodríguez (ex Cuatro Gatos) en las teclas. Músicos con un currículo más amplio que el expuesto entre paréntesis, y en algún caso con un pasado ya anterior en Ñu. Son leyendas por sí mismos dentro de otra leyenda, la de la propia banda con la que hoy actuaban.

Y es que José Carlos Molina es un hombre al que le gustan que las cosas salgan lo más perfectas posibles y si bien la perfección no existe, es posible que esta noche en muchos aspectos, a nivel sonoro y de ejecución nos acercáramos a la mejor versión posible de Ñu, con un sonido fantástico donde pudimos apreciar los muchos matices de una banda pionera en esto de la unión de folk y rock.

Tras una intro orquestal con fragmentos de diferentes temas que se hizo eterna tanto para los seguidores como para los músicos que ya esperaban sobre las tablas, a falta del propio flautista y vocalista, definitivamente vimos a unos Ñu muy en forma con el arranque de “Viejos Himnos Para Nuevos Guerreros”. La banda ha pausado su edición de nuevos discos, pero puede tirar de algunos de sus últimos trabajos sin miedo a  equivocarse, como dejó claro este tema que da título a su trabajo de 2011.

No tardarían en llegar los clásicos de los que arrastran a la parroquia cual infantes tras su flautista de Hamelín, como fue el caso de “No Hay Ningún Loco”, con el cual continuarían, con una banda excelente y un José Carlos Molina que debería explicarnos cuándo hizo su pacto con el diablo, porque el paso del tiempo no parece hacerle mella ni en el aspecto físico ni en un timbre de voz que sigue intacto.

“La Granja Del Loco” nos llevaría a su época de los 80, continuando con “Preparan” de su debut “Cuentos De Ayer Y De Hoy” de 1978, al que el paso del tiempo no es que lo mantenga intacto, es que parece que le sienta bien. Es lo que ocurre con las buenas canciones, como también son los no menos clásicos “Algunos Músicos” y “El Juglar”, cerrado con un pequeño detalle de “The House Of The Rising Sun” de The Animals, tras el que Molina se daría un pequeño descanso dando paso al instrumental “Celebración”.

Cierto es que el líder de la banda se permitía alguna tregua física como esta, pero en su tiempo sobre el escenario cautivó no solo por sus aportes vocales e instrumentales sino por cada uno de sus gestos, capitaneando la actuación también a nivel visual.

Tras regresar a escena con “Cruz De Hierro”, Molina nos anticipaba un tramo algo más intimista cuando pedía una silla sobre la que se sentaría para interpretarnos “Robin Hood”, “Pícaro” y “Trovador De Ciudad”. Tras ello la descarga continuaría con “Vampiro Y Amante” y una nueva instrumental como “En Ruta”, aumentando la intensidad con “Se Quien”.

Con “Manicomio” quisieron dejar un poso más contundente antes del emblemático “Tocaba Correr” que fue muy seguido por todos los presentes, aunque nada parecido al clamor que provocaría “El Tren”, uno de los temas más antiguos de la banda que fue presentado por José Carlos Molina desvelando el secreto de en qué zona de la flauta escondía las chinas de chocolate cuando tiempo ha se cruzaban con la policía. De las pocas licencias que se tomó para darnos una pequeña charla un hombre que por otro lado se mostró en todo momento agradecido  y feliz con la respuesta de la gente.

Tras ese momentazo “El Flautista” suponía la primera despedida de la banda. Esa que nadie se cree y que nos deja a la espera de un regreso seguro. Lo harían de una manera un tato curiosa, ya que José Carlos Molina se colocaba en el teclado, pareciendo que fueran a interpretar “La Copa”, pero en vez de ello, tal vez por algún problema, presentó “Ella”, dedicada para una mujer; el problema es que era para la mujer de otro.

La sala estallaría con el final definitivo de “Más Duro Que Nunca” tras el que se marcharían para ya no regresar a las tablas. Si lo hubieran hecho para ofrecer “Imperio De Paletos” el concierto hubiera tenido un broche definitivo a mi modo de ver. Creo que uno de los que se pudo echar en falta por parte de todos sin incidir en los que cada uno pueda tener como favorito a nivel personal.

Pese a esa pequeña puntualización, de la que ojalá nos podamos desquitar pronto y que la espera no sea tan larga para volver a ver a Ñu por aquí arriba, fue una gran actuación que por fin nos permitió ver a unos Ñu espectaculares en suelo vasco, con una actuación de la que tanto banda como público pudieron salir satisfechos.

Texto y fotos: ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)