THE WINERY DOGS + INGLORIOUS

8 – 02 – 16

Bilbao (Kafe Antzokia)

 

 

Tres de los mejores en lo suyo han conseguido formar una auténtica banda donde los egos, lejos de chocar, han confluido para dejarnos dos trabajos de un gran nivel musical, como cabía esperar; pero además han sido capaces de dejarnos unas canciones accesibles para los oídos del público hard rockero más exquisito. The Winery Dogs visitaban por primera vez la capital vizcaína para presentar su homónimo disco y su segunda obra “Hot Streak”, editada hace tan solo unos meses para sumar 13 nuevas composiciones que ya les dan un repertorio propio considerable a la banda. Y hablo de banda y no de proyecto porque la continuidad en la edición de sus primeros discos, el hacer esta gira que les trajo por nuestros escenarios y la química que se respira por parte de los músicos nos hace ver a The Winery Dogs como algo más que un proyecto paralelo de músicos acostumbrados a estar embarcados en mil aventuras a la vez.

INGLORIOUS
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No es de extrañar ante el nivel musical asegurado que un lunes a la noche el Antzoki registrara una tremenda entrada, con un público que independientemente de la edad se apresuró a posicionarse impaciente lo más cerca del escenario para no perder detalle.

INGLORIOUS
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Todos esos que llegaron a primera hora tuvieron el premio de ver a unos teloneros que a pesar de no haber editado siquiera aun su primer disco resultaron todo un lujo. El 19 de febrero se edita a través del sello Frontiers un debut que, a tenor de lo exhibido en este concierto, bien merece ese apoyo de un sello de campanillas. Inglorious está liderado por el vocalista Nathan James, quien siendo un vocalista aun de nombre modesto para la mayoría cuenta en su curriculum con su trabajo en Trans Siberian Orchestra y con Uli Jon Roth.

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La banda británica surge con la vocación de mantener vivo el espíritu de los pioneros del hard rock de los 70 y 80. Las versiones de “I Surrender” de Rainbow y de “Lay Down Stay Down” de Deep Purple dejan clara su escuela. Y por los movimientos y gran registro del propio Nathan, y aunque de estos no se marcaran nada, queda claro la influencia de David Coverdale y sus Whitesnake. No salen de esa línea, pero de la brillantez de sus músicos sale un hard rock de primer nivel, irresistible para cualquiera que deguste esos sonidos clásicos.

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En esa primera obra irán temas como “Until I Die”, que ya dejó claras las cosas desde el inicio ante un público que ya comenzaba a alucinar con la banda, como lo siguió haciendo con temas como “Breakaway” o “High Flying Gypsy”. No podía faltar una balada como fue “Bleed For You”, aunque llegarían temas más explosivos, caso de “Warning” y “You´re Mine”. Llegan a tocar el blues en “Holy Water”, último momento de cierto relax ya que el final sería nuevamente de lo más hard rokcero con “Girl Got A Gun” y “Unaware”.

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Pese al listón tan alto que colocaban los que llegarían después, no creo que ninguno de los presentes dejara de resultar impresionado por un grupo destinado a portar la reavivada llama del hard rock británico tradicional. Inglorious mostró categoría para llevar adelante esta empresa por nivel musical y tablas. Después de esta gira y con el debut a punto de editarse dejarán de ser unos desconocidos para posicionarse entre una de las nuevas preferencias de los amantes del hard rock melódico sin ninguna duda.

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Lo que venía ahora ya cabe solo catalogarlo como fuera de categoría. Podemos hablar del pasado y el legado que los tres músicos que aparecían sobre las tablas han dejado, pero sería repetir lo que seguramente muchos ya sabéis, mencionado en cada crítica de sus discos, y tenéis al alcance de un simple clic visitando la biografía de cada uno. Pero es que ahora mismo con The Winery Dogs Billy Sheehan, Mike Portnoy y Richie Kotzen miran al presente y al futuro. Lejos están éstos de aquellos que con trayectorias como las suyas se ven obligados a tirar de clásicos por la falta de calado de sus nuevos proyectos. Han dejado en dos discos material suficientemente valioso como para defenderlo como hicieron esta noche y que el recinto enfervoreciera por el efecto de estas grandes canciones de nueva factura en manos de músicos tan magistrales que parecen infalibles.

THE WINERY DOGS
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Fue una hora y media que nos alejó de la realidad para centrarnos en el mundo de maravillas sonoras propuestas por este trío. Defendieron de una manera bastante equilibrada sus dos trabajos discográficos, haciendo un repaso a los temas incluidos en los mismos que sonaron en directo de una menara totalmente fiel a lo ofrecido en estudio, pero con el condimento de efervescencia de una actuación en vivo. Además el sonido fue nítido y fuerte para que pudiéramos apreciar sin dificultad cómo se entrelazaban bajo, guitarra y batería en una coctelera que han conseguido ofrecer de manera muy ordenada pese al ajetreo al que someten estos hombres a sus instrumentos. Capítulo aparte voy a dejar para la voz de Richie Kotzen que si como guitarrista es un as creo que como cantante no se queda en ningún sentido atrás, capaz de alcanzar unos registros increíbles que exploran desde tesituras negras de blues hasta las melodías más limpias del hard rock con una sencillez y naturalidad asombrosa. Este se arropaba con un curioso trabajo vocal de Sheehan y Portnoy, que no se despistan para nada de su instrumento pese a compaginarlo con esta labor vocal perfectamente empastada en el estilo de The Winery Dogs.

THE WINERY DOGS
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El trío de ases ha sido capaz de confeccionar unas canciones técnicamente suculentas para los que sepan apreciar este tipo de detalles, pero completamente audibles por un público mucho más amplio. De hecho, puede resultar contradictorio que un tema como “Oblivion” resulte tan enrevesado y a la vez tan directo. Y es que ver arrancar el concierto con esa entrada tan técnica apareciendo como un torrente de genialidad noquea.

THE WINERY DOGS
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La banda entra hiperactiva al escenario con el tema que abre su nuevo “Hot Streak”, levantando un clamor de admiración en el Kafe Antzokia. Cabe decir que es un gustazo ver a músicos de semejante nivel en una sala reducida, donde los detalles son mucho más perceptibles por todos.

THE WINERY DOGS
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El riff acedeciano de “Captain Love” estalló sobre nosotros, enganchando a quien no se hubiera subido aun al carro con un “We Are One” de su primera obra que tiene uno de esos estribillos perdurable de por vida. Y es que no está reñida la elaboración con la accesibilidad, ni el virtuosismo con el sentimiento.

THE WINERY DOGS
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La descarga alternó el lucimiento conjunto y en solitario de cada uno de los músicos. Si bien cada uno tuvo sitio para sus solos, en cada composición hay lugar para el protagonismo de cada uno. Así, por ejemplo, el final de “Hot Streak” con veloz solo de bajo de Billy Sheehan levantó al personal.

THE WINERY DOGS
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El melódico “How Long” mostró el lado más melódico de la banda, con un cuidado trabajo de coros, dejando paso a un tema de la pegada de “Empire”, presentado por Mike Portnoy, haciendo alarde de la variedad que han sabido plasmar en sus canciones.

THE WINERY DOGS
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El concierto llegaba al ecuador con Kotzen cogiendo la acústica para la intimista interpretación de “Fire”, enlazando con otro momento relajado, pero de un nivel musical a la misma altura difícilmente superable de toda la descarga, con el guitarrista dejando por un momento la guitarra para hacerse cargo del teclado en “Think It Over”, sembrando de un aura hipnótica todo el recinto, que parecía mantener la respiración para estallar al finalizar el tema.

THE WINERY DOGS
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El estruendo lo continuaría Mike Portnoy con un solo de batería como preámbulo para “The Other Side”, en el cual el propio Portnoy se pasea por el escenario con sus baquetas tocando todo lo que pillaba y chocando su mano con los miembros de seguridad de cada uno de los laterales del escenario. Todo esto al final termina por dejar solo a Billy Sheehan que se marca el solo más largo de la noche, con alguna inclusión algo flamenca, o eso me pareció, en medio de ese torbellino de sonido que es capaz de sacar de sus cuatro cuerdas el músico de Nueva York.

THE WINERY DOGS
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Tocaba subir el ritmo con “Ghost Town” con Mike Portnoy terminando el tema con expectación ante un curioso malabar colocando una de las baquetas sobre uno de los platos que al golpearlo haría que éste regresara esta a su mano. “I´m Not Angel” y uno de sus mayores himnos en esta aun corta carrera, “Elevate”, hacían que la sala quedara esperando el presumible regreso de los músicos a escena.

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Así ocurrió con Richie Kotzen de nuevo sentado en el teclado. Qué gran músico en todos los aspectos un hombre que para muchos es el ex guitarrista de Mr. Big o de Poison, pero cuya carrera en solitario y otros proyectos dejan bien a las claras el fondo que tiene como músico. Un ejemplo fue nuevamente “Regret”, con el que sembró de magia el Kafe Antzokia antes del estallido de “Desire”, donde aparte de admirar a las tres figuras sobre el escenario se coreó el estribillo a petición de Kotzen, con salvaje final en el que Mike Portnoy hizo las delicias del respetable aporreando con su silla para acabar lazándola sobre su instrumento.

THE WINERY DOGS
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Sabíamos que en este tipo de conciertos todo está muy programado y era difícil esperar algo más cuando definitivamente los músicos dejaban sus instrumentos, pero la sala era un clamor pidiendo otra mientras se despedían. Para ello habrá que esperar a una siguiente oportunidad de tenerles sobre un escenario, esperando y deseando que esta historia se alargue en el tiempo, porque al menos en el grupo hay química suficiente como para hablar de mucho más que de un supergrupo de los muchos que por las agendas de sus estrellas o por el choque de egos no pasan de dos telediarios. Aquí los astros se alinean en perfecta armonía.

Texto: Antonio Refoyo (antonio@lamiradanegra.es)