CRÓNICA: BLUES PILLS + WHITE MILES
BLUES PILLS + WHITE MILES
6 – 03 – 16
Bilbao (Kafe Antzokia)
Esto del rock de tinte blues no vive solo de las viejas leyendas, también aparecen nuevos y jóvenes grupos de vez en cuando que pegan una sacudida, con un pie en el revival y otro en el presente. La gira de Blues Pills venía siendo exitosa en otros lugares y, si bien en Bilbao no se llegó al lleno, la más de media entrada en el Kafe Anzokia de este domingo a la noche da fe del interés levantado por el grupo capitaneado por la rubia y excelente vocalista Elin Larsson.

Sorpresa nos llevamos con el dúo que los precedió. White Miles es un grupo austriaco formado tan solo por Medina Rekic en la guitarra y voz y Hansjörg Loferer (Lofi) en la batería, unos auténticos monstruos los dos para llenar el escenario. Una porque es capaz de sacar de su guitarra unos pesados y gruesos riffs que en nada hacen echar en falta un bajista. Y el otro porque es un portentoso batería que aporrea de lo lindo.

Lástima la poca iluminación del escenario con ellos, lo cual quedará patente en las fotos de esta crónica. Pero es que prácticamente todos los focos los tenían a sus espaldas, con lo que apenas sí podíamos vislumbrar la sombra de una ilusionada Medina que no paró de moverse como una fiera por el escenario, transmitiendo garra, arrodillándose si es preciso y acabando por mezclarse con el respetable, mientras su compi marcaba el ritmo con inusitada contundencia, siempre con un gesto de garra en el rostro y una media sonrisa del que está disfrutando de lo que hace. Muy desconocidos entre los presentes, pero consiguiendo acaparar su atención por méritos.

Bien podían haberse reservado algo de esa actitud Blues Pills. Si bien el grupo lleva una línea más elegante y brindó un correcto concierto en Bilbao, sorprende el peso prácticamente absoluto en la actuación que dejan a su vocalista, la cual posee un torrente vocal y una personalidad interesante, pero uno no llega a percibir esa química de las formaciones de rock clásicas. Y tras ella hay una base musical que va más allá del acompañamiento. Los gestos entre ellos en el escenario fueron prácticamente nulos.


Ellos tienen una originalidad con la que no hacen solo honor a su nombre, puesto que aparte de blues aquí encontramos una importante dosis de hard rock. Todos ellos se mostraron como buenos músicos, especialmente un fino Dorian Sorriaux en la guitarra, con la consistencia en la base rítmica de André Kvarsntröm y Zach Andsrson a la batería y el bajo respectivamente. Pero algo más de entrega por su parte creo que hubiera sido de agradecer.

La vocalista se erigió así en protagonista casi absoluta en el aspecto visual, con el resto de su banda desempeñando un trabajo más oscuro. También es cierto que con su juventud tendrán tiempo de soltarse.


“Black Smoke” les metió en la actuación, entrando en un in crescendo que estalló ante nosotros en un soplo de calidad indiscutible. Siguieron esa fase de conexión con el público con “Bliss” y “Astralplane”, aunque no noté tanto enganche con el respetable como expectación aun por ver cómo se desenvolvería la banda.

Ahora bien, ellos brindaron una actuación impecable en ejecución, donde fueron destacando temas como la adaptación de Chubby Checker & Fat Boys de “Gypsy”, “Dig In” o “Elemets And Things”, donde Elin dejó su intermitente pandereta para hacer uso de las maracas.


Sin comerlo ni beberlo nos habíamos comido más de la mitad de una descarga que llegó al que para mí fue el momento de mayor soltura de la noche con un “High Class Woman”, que lejos de hacer las veces del single que es, sirvió para profundizar con una improvisación de la banda que les enlazó con el siguiente “Ain´t No Change”, llegando a un emotivo “Little Sun” donde Elin hizo alarde vocal, con mucho sentimiento para despedirse de momento.

Apenas sí habían estado una hora en escena, pero hay que tener en cuenta el escaso bagaje discográfico de una banda aun de carácter incipiente, que nos ofreció en acústico un “Yet To Find” que al parecer formará parte del próximo disco, para despedirse de nuevo en bloque con un “Devil Man” en el que la vocalista encontró la respuesta buscada cuando colocaba el micro hacia el personal.


Tal vez al concierto le faltó algún otro momento similar para haber establecido la conexión que no llegué a percibir. También algo más de maduración en una banda muy joven que interpretó muy bien, pero a la que le faltó algo de presencia sobre las tablas, con mucho peso sobre el escenario para una vocalista que tiene completa seguridad en su buen chorro vocal, maravilloso a todas luces, y el principal aliciente que encandiló al público del Kafe Antzokia.
ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)