VHÄLDEMAR

(Sanctuary Of Death)

10/10

 

Desde que debutaran en 2002 con aquella declaración de intenciones llamada “Fight To The End” Vhäldemar no han bajado un listón que sube su autoexigencia en cada nuevo lanzamiento. Evidentemente, desde entonces ha habido épocas más o menos complicadas, pero de un tiempo a esta parte con el lema a muerte por bandera a la banda vizcaína parece importarle muy poco lo que se encuentre en su camino. Porque precisamente lo importante es seguir haciendo un camino propio en constante superación personal dentro del heavy metal con pasos tan firmes como brillantes en forma de monumentales discos. Ese nuevo paso se llama “Sanctuary Of Death”, un trabajo en la línea de la banda, pero en el que una vez más encontramos unas canciones con tal nivel y calidad, tan precisas y cuidadas en composición y ejecución, que no entendería reparo alguno por parte de cualquier seguidor del grupo o amante del heavy metal en general.

El inicio con “Devil´s Child” ya es un desparrame sobre nosotros de todo lo que es Vhäldemar. Una melodía sostenida sobre riffs power metaleros con cierto regusto neoclásico en una guitarra de Pedro Monge que se apoya excelentemente en el teclado de Jonkol, al que le saca un tremendo partido desde que está en la banda. El tema nos recuerda a esos Gamma Ray de los 90 de los que Vhäldemar siguen guardando influencia. Puede que en este disco recuperen cierta esencia en ese sentido, ya que tenemos luego más temas veloces como “Dreambreaker”.

Pero no esperéis monotonía en ningún sentido. Bien es verdad que esto sigue siendo una lección de heavy metal que no se sale de los cánones, como acostumbra una banda a la que tal vez se le pueda aplicar lo de no buscarle tres pies al gato en ese sentido. Bastante tendrás con buscar todos los dedos que se mueven por las notas de unos temas técnicamente exigentes donde la guitarra de Pedro sigue siendo la guía por este trepidante viaje. Pero hay tiempo para sacarse de la manga temas más pesados como es “Deathwalker”, dejando a un lado la velocidad para buscar la pegada. “Sanctuary Of Death” recupera las coordenadas de la melodía y la velocidad, con un estribillo memorable y la colaboración en las teclas de Pablo Sancha de After Lapse, pero tenemos luego un “Forevermore” que es una sentida balada, sacándonos de lo habitual en la banda, pero dando en el clavo del sentimiento más auténtico para poner el bello de punta.

Han tenido que pasar siete discos para que la banda bautice a un tema simplemente como “Heavy Metal”, lo cual deja bien a las claras el estándar que vas a encontrar en una composición con un gran trabajo de guitarra, con melodía y punteos que rezuman precisamente eso: Heavy Metal. “Old King´s Visions (Part VII)” funde en una onda instrumental muy Stratovarius teclado y guitarra. Más seco y duro suena luego “Journey To The Unknown”, tema con menos florituras con cierto poso de los Vhäldemar del principio. En “Brothers” repiten lo ya hecho en su anterior trabajo al dejar un tema con la voz principal del bajista Raúl Serrano. Tema melódico con reminiscencia del “We Rock” de Dio. Un simple guiño, ya que luego es un elaborado tema que deja una huella distinta pasando de la voz rota de Carlos a esa voz limpia de Raúl. Otra pincelada para que no nos aburramos con una obra que en cada tema guarda un giro, por purista y continuista que pueda ser.

“The Rebel´s Law” es otro tema crudo con estribillo marca de la casa que nos vuelve a llevar a unos Vhäldemar más primigenios. “The Last Flame” es un instrumental precioso que arranca con piano, en un plano intimista, aunque luego aparece una sublime guitarra acompañada ya de la pegada de una batería con los teclados realzando el sentimiento de una guitarra que nos habla, que sin palabras nos cuenta un montón de sensaciones que nos hacen asimilar de manera aún más profunda la magna obra que acabamos de escuchar. Sí, ya se que eso lo puedo decir con todos los anteriores discos de Vhäldemar, pero es que lo han vuelto a hacer, siempre superándose sabiendo dar un nuevo brillo a cada obra sin perder la pureza de su estilo.

ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)