CRÍTICA: GOLDEN WOOD – LA SALA DE LOS ESPEJOS

 

GOLDEN WOOD

(La Sala De Los Espejos)

8/10

 

 

El segundo trabajo del proyecto personal el aun joven pero experimentado Javier Fernández viene a consolidar este personal proyecto en el que este músico vizcaíno deja una buena parte de su ser, de su personalidad, de sus inquietudes y de sus pensamientos. El exbajista de bandas como Quaoar, The Raveling o Tailor Box, al margen de otros interesantes y eclécticos proyectos, se vuelca aquí en una propuesta que surge con un aroma muy espiritual de unos acordes que rezuman el intimista aire acústico, pero al que se da un mayor crecimiento con un gran trabajo de estudio en el que ha contado con la batería de Zohiartze Herce, mientras que el mismo Javier, Jauke para los amigos, se hace cargo de voces, guitarras y bajo al margen de algunos arreglos de samplers que ayudan a crear ese ambiente tan especial que lleva el disco y que toca de lleno el interior del oyente.

Y es que es un disco más que para escucharlo para sentirlo. Vivimos tiempos convulsos, ya aunque aquí se rezuma paz, lo cierto es que hay una gran carga de conciencia con  respecto a todo lo que está ocurriendo. El propio título hace referencia a los Mayas, que decían que Dios se expresa en matemáticas. Si bien este no es un trabajo escrupuloso en ese sentido, ni mucho menos pitagórico, sí que hablamos de rock progresivo, pero un progresivo con la libertad del rock de los 70 con una fina línea que le podría separar del grunge de los 90. Rezuma, de hecho, bastante esencia del hard rock con un punto de folk que poseían Led Zeppelin.  De ellos  versionó en su debut “Going To California”. Ahora el homenaje se lo ha hecho a Tim Buckley con “One I Was”, al que Golden Good ha metido bajo su propio manto.

La obra ofrece un mensaje transcendental, pero abierto, con un gran reflejo emocional en el que especialmente se luce la voz de Javier, que ya en otras bandas destacó como un buen corista, pero que en este caso deja ver la gran capacidad que pose para esbozar unos registros altos tan sentidos como los de “Mi Voz En El Viento”. Maneja muy bien esa forma de modular su garganta sin tirar de falsete como apreciamos en “El Arte De Medrar”, con mucha capacidad para ir ganando en intensidad, elevando o relajando el tono. Es verdad que en castellano hay algunas letras que chirrían un poco, pero te recomiendo darle otra oportunidad para captar mejor su sonoridad

Que la obra quiere transmitir muchas emociones y abrir tu espíritu y mente queda claro en ¿Quien Sabrá…?” o en un recuperado de Tailor Box “Cree, Siente” que es fiel reflejo de un artista sincero que aquí se desnuda musicalmente sin tapujos. Déjate llevar por “Anahata” y “Revolución” y entenderás que no hace falta mostrar una gran rabia contra todo lo establecido para alzarse contra ello. Son certeros temas que apuntan hacia el despertar de inquietudes que puede que estén un tanto dormidas dentro de ti.

Con el menos es más como un valor principal Golden Good ofrece un disco de mucho color, emergido en un mundo que deambula por laberintos oscuros, pero desde los cuales se puede ver la luz echando primero una mirada al interior para entender lo que está pasando ahí fuera y combatirlo. La música puede ser un alma muy peligrosa y no solo por enseñar los dientes cuando hace falta, sino lo que puede despertar en cada uno.

ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)

INFORMACIÓN ADICIONAL:

www.goldenwood.bandcamp.com