CRÍTICA: LEO JIMÉNEZ – LA FACTORÍA DEL CONTRASTE

 

LEO JIMÉNEZ

(La Factoría del Contraste)

8/10

 

 

 

Tal vez cueste un poco comprender todo lo que Leo ha pretendido con este nuevo trabajo en solitario, pero una vez dadas sucesivas escuchas me acaba de convencer en cada una de sus piezas, por muy diferenciadas que estas sean e incluso arriesgadas. También el hecho de meter a modo de bonus una serie de versiones tan diferentes cobra un aliciente muy especial, habiendo hecho Leo un trabajo con el inglés mucho más acertado que en algunas otras ocasiones en el pasado en el “Neon Knights” de Black Sabbath recogido en esa parte final.

Pero vayamos por partes. No es casual el título de la obra. Estamos ante un trabajo en el que entra de todo, en cuanto a estilo musical o idea que al vocalista se le haya pasado por la cabeza. Tampoco me malinterpretéis, esto da para tanto que puede mostrar la cara más sensible del vocalista en algunos momentos y en otros es probablemente el trabajo más duro y metalero de su carrera.

No ha dudado a la hora de adaptar canciones como la de Shakira “Ojos Así”, que con su tono mestizo recuerda en parte a Stravaganzza. Y tampoco le ha temblado el pulso a la hora de marcarse con la popera Merche la balada “Que Me Digas Ven”, que se puede salir un tanto de la intensa balada metalera, pero donde el dueto deja constancia de su gran nivel, haciendo un contraste que vuelve a dar sentido a todo lo que inspira el trabajo de forma general.

Pero también hay temas de una dureza y contundencia considerable a la que ha contribuido un tono más áspero que deja entrever un sonido a medida entre el thrash de los 90 y el stoner. Algo crudo, visceral y sin retoques. Es habitual en estos casos la colaboración de los guturales de Toni Mero Mero de Cuernos de Chivo, que se convierte en pieza imprescindible para dar el cuerpo definitivo a estos temas. “Soy Libertad”, sin más dilación, es el que de esta manera nos da la bienvenida. Los cambios de ritmos son brutales, el sonido de batería crudo y natural. Hay que destacar el trabajo de Carlos Expósito, que deja a nivel de percusión un montón de detalles en este disco. Por cierto, estribillo memorable pese a todo ese constante cambio, siempre con la dureza como fondo.

A nivel rítmico “Hambre” es, si cabe, de lo más detalladamente trabajado. También resalta el compromiso en los textos de Leo, que da un paso más adelante en este aspecto, o al menos lo hace de una manera mucho más clara y directa. Porque otro ejemplo es el tema en contra de la tortura y el maltrato animal en “Quién le Pregunta a Él”. Un sentido y emotivo medio tiempo donde Leo se muestra más sincero que nunca, incluido en una segunda parte del disco donde abundan temas más baladísticos en contraste con la parte inicial del disco.

Bien es cierto que la obra no deja de explotar detalles en temas como “Con Razón o Sin Razón” y “D.E.P.”, homenaje a Dimebag Darell, donde Leo explora tesituras más cálidas y profundas, demostrando una vez más que además de una potencia y un chorro vocal inigualable, es capaz de ofrecer muchos más matices.

Todo el disco me parece destacable por alguna razón, aunque no cabe duda de que en función de gustos puede que alguno piense que algo esté de más. Pero el caso es que la versión eléctrica de la balada “Caballo Viejo”, aparecida en la parte de rarezas de su recopilatorio “20 Años Tras el Apocalipsis”, crece para ganar una intensidad tremenda. “El Dilema” destaca por ser uno de los temas más bestiales del disco, uno de los que también llevan más intención, si cabe, a nivel de letra. “Un Día Más” vuelve a ser un tema sentido, bastante intimista, y que pese a su tesitura relajada te invita a levantarte. También destaco una parte final con dos pinceladas fantásticas y bien diferenciadas, para que el disco siga haciendo honor al título. “Keroseno” es un cañonazo, mientras que la outro “Ascensión”, dedicada a la abuela del propio Leo, es una instrumental que busca un punto relajado y meditado para el cierre del disco.

Pero aún quedan los bonus track, donde Leo hace un excelente trabajo vocal versionando el mencionado tema de los Sabbath. Ese riff con el sonido pesado que ahora la banda ha impreso a su música queda sensacional. “Tierra de Nadie” de Barón Rojo, fiel a la original, es una delicia escucharla con el desarrollo que el vocalista la da. Y para seguir con contrastes, la inclusión de “Getsemaní” de “Jesucristo Superstar” (donde Leo participó) es otro aliciente, mientras que “Es Por Tí” de Cómplices vuelve a demostrar que Leo Jiménez no tiene miedo a incluir bajo su manto todo lo que le guste y tenga un sentido. En este caso, han dejado las baterías programadas para que entendamos la diferencia entre el frío de una maquina y el calor que da una batería real en el resto del disco.

Hay que advertir que no es un trabajo sencillo de captar a la primera, un trabajo que puede descolocar, aunque a la vez invita a abrir la mente. También dará opción a que cada uno se quede con diferentes vertientes del mismo, y a que haya casos en los que alguno piense que su purismo no le permite pasar alguna barrera. Sin embargo, incluso en ese caso tan subjetivo lo que Leo desarrolla en “La Factoría del Contraste” merece ganarse todo el respeto, porque consigue lo que pretende. Incluso puede que derribe en tu mente alguna de esas barreras si le das la oportunidad, porque a la postre y con sucesivas escuchas uno entiende lo pensada e igualmente pasional que resulta la obra, con un abanico de  alicientes en un solo disco más amplio que todo lo que el vocalista hubiera hecho hasta ahora.

ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)

INFORMACIÓN ADICIONAL:

Sello: Rock Estatal Records