CRÓNICA: BILBAO BBK LIVE
BILBAO BBK LIVE
7, 8 y 9 de Julio
Bilbao (Kobetamendi)
Desde que el Bilbao Live naciera como una de las citas del verano para los amantes de la música siempre ha generado opiniones encontradas. No hemos sido pocos los que hemos lanzado alguna crítica por su vocación cada vez más cercana al pop. Sin embargo, analizando lo que año tras año vivimos en este festival, hay que reconocer que tal vez algunos metaleros no seamos del todo justos. Y es que si ahondas en el cartel de este año, ha habido ocultas bandas que han dado la sorpresa, de las que se podría arrepentir de perderse el que decidió quedarse solo con los grupos que, en principio, le atraían. En nuestro caso, la presencia de The Mars Volta y The Black Crowes fue el móvil para estar en estas jornadas en Kobetamendi, pero a la postre no necesariamente tienen que ser los grupos de los que más disfrutamos.
JUEVES 7:
Es cierto que el festival cuenta con algunos artistas que poco o nada interesan a la gente que visita una página de rock y metal como esta. Quien con gustos más rockeros subiera el jueves sufriría un auténtico calvario. En nuestro caso sopesamos lo poco que merecía la pena perder fuerzas para las siguientes jornadas con Coldplay y decidimos marcharnos temprano. Me quedé con algo de curiosidad por ver a Blondie, aunque no me arrepiento de habérmelos perdido ya que poco representan para nuestros sonidos.
Los medios de rock que nos damos cita en el festival año tras año, miramos el librillo que se curra la organización con información de los artistas buscando en los grupos que no conocemos la palabra rock, como buscando un oasis en el desierto, intentando excavar más abajo en busca de agua en tan árido terreno o incluso sacar petróleo. Esa lucha dio resultado en más ocasiones de las que podíamos esperar, aunque no sería en este primer día de festival en el que tan solo hayamos algo de jugo en The Twilight Singers, con un rock demasiado meloso y repetitivo. Su toque alternativo y tendencia AOR comenzó haciéndolo apetecible, apreciando los buenos músicos de los que se rodea Greg Dulli, pero su constante cadencia y su similar desarrollo entre temas lo terminó haciendo difícil de aguantar hasta el final. Sería, aún así, de lo poco salvable para el aficionado rockero de una jornada que acogería hasta 37.000 almas. El reguero de gente subiendo por la falda de Kobetamendi era para ver mientras que a contracorriente nosotros bajábamos a descansar, esperando más aliciente en los siguientes días donde las propuestas de bandas más afines con nuestros gustos se irían incorporando en el variopinto cartel del festival.
VIERNES 8:
Pero para encontrar ese rock habría que subir a primera hora del viernes para ver a una institución de la música en Euskara como Zarama. La banda reunificada hace unos años reivindica ese nombre como uno de los importantes de nuestra escena y que no quede solo en la memoria de los jóvenes de los 80. Su concierto fue de menos a más, tal vez algo coartados por la poca presencia de espectadores a primera hora de la tarde con un sol que hoy pegaba fuerte cuando asomaba entre las nubes. El punto de inflexión lo marcó esa versión de “Eskizofrenia” de Eskorbuto, dedicada a la mítica y extinta banda y a los paisanos Subversión X, que recogen ese testigo en el punk. A partir de ahí la actitud de Roberto Moso se disparó. Nos dejaron temas como “Euritan” o “Gasteizko Gaua” intentando calentar una tarde ya de por si calurosa en un ambiente, por el contrario, aún algo frío. O más bien sumido en el sopor de la siesta. También hubo quien les apoyó como merece una banda de esta trayectoria y de esta importancia en la música vasca, fácilmente localizables entre las pocas decenas de personas que llegaron a tiempo.
Tal vez porque lo que necesitábamos era algo refrescante, pero fundamentalmente por la calidad y el estilo que desplegaron, The Noisettes se convirtieron a las 17:35 en la primera gran sorpresa del festival. Que levante la mano quien no disfrutó con la actuación de Shingai Shoniwa, auténtica frontwoman que supo llenar el recinto de glamour dando una lección de cómo encandilar al público. Además de resultar una chica encantadora, no cesó de recorrer el escenario, de saltar desde la batería y de acercarse al público, junto al cual terminó el concierto con uno de los himnos del festival que recordaremos cuando nos refiramos a la edición del Bilbao BBK Live 2011. Su título es “Never Forget You” y lo acabamos cantando todos junto a esta carismática vocalista que descalza no pisó en falso a lo largo de la actuación. Tampoco lo hizo un grupo donde las coristas llenaron de detalles el despliegue de una banda sin etiquetas con dejes de jazz asequible, de rock, de soul, de pop… con un deje a otras épocas muy atrayente. Unos de los triunfadores que responden al por qué no hay que desechar bandas antes de conocerlas, ni centrarse en un único estilo.
No en vano, por mucho que el festival cuente con algunos nombres muy consolidados, nadie le debe reprochar que haya dejado de arriesgar o de conservar el tono alternativo de sus bandas. Hablando de riesgo, The Mars Volta es una de las bandas que más se salen de tópicos. Van más allá del rock progresivo. En un festival que cuenta con una buena parte de público muy estándar, pudimos diferenciar durante su actuación por las caras quien les conocía y quien no. Por un lado estaban los que torcían el morro como no entendiendo muy bien qué hacían ahí esos tipos, mientras que por otro había unos círculos de espectadores disfrutando de un virtuosismo y una originalidad unidos que les han hecho únicos y relativamente importantes en la escena internacional, pese a su posición tan tempranera en el cartel, aún con un sol bastante potente. Pese a ello, Cedric Bixler-Zabala quería conservar caliente la garganta, ya que no paró de beber agua caliente, lo que parecía sentarle bastante bien, ya que dio un recital de voz, mientras que su compañero Omar Rodriguez-López demostró como se puede hacer uso de las seis cuerdas de una manera distinta al resto. Lo suyo no es centrarse en el virtuosismo por virtuosismo, sino que intenta dar a cada acorde un sentido distinto al habitual. Complicado de entender para muchos, pero una vez que te atrapan encontrarás una banda inigualable. Consciente de esa complejidad, modestamente el guitarrista agradeció nuestra paciencia. Bastante placentera resultó al ver como se desenvolvían estos músicos, a cuyas dos figuras principales había que añadir el arsenal de recursos que desplegaba una formidable banda. La pena que en poco tiempo, a plena luz del día y en un espacio tan abierto un grupo así pierde efectividad. Ellos mismos recogieron bastante el escenario en torno al centro como buscando una sensación más acogedora. Fantásticos en cualquier caso.
Una vez finalizada una de las actuaciones que nos había movido hasta allí lo intentamos con TV On The Radio. Me esperaba algo más pintoresco, pero su fusión de estilos en torno al rock no da los resultados que yo esperaba. Se me hizo un directo demasiado estático en cuanto a lo musical y lo visual.
También probamos con los alternativos Kasabian, que se desinflaron bastante rápidamente. Una propuesta rockera pero tan melódica que parecía prepararnos para lo que venía después con Suede. Así que para nosotros por hoy ya estaba todo hecho en Kobetamendi, a la espera del día en que por fin una banda de rock encabezaría el festival.
SÁBADO 9:
Eso repercutió en el resto del cartel, que esta vez comenzó con un grupo verdaderamente duro como Enkore, premiados por ser ganadores del concurso de maquetas de Euskadi Gaztea. Me hubiera gustado llegar a ver toda su actuación, pero un compromiso familiar me tuvo atado más de lo que esperaba, con lo que solo les vi acabar con una buena juerga montada sobre las tablas al contar con varios invitados. Seguro que los que estuvieron lo gozaron junto a una de las jóvenes apuestas del festival.
También era joven la banda que venía a continuación. Los podríamos catalogar como grunge thrash metal. Sí, esto luego hay que comérselo, pero de primeras Japanese Voyeaurs ofrece algo peculiar. Si su música dejó a más de uno a cuadros, contagiaron su energía y entusiasmo, entre riffs de guitarra descuartizadores y la voz femenina de Romily Alice. Esto era algo así como si a Metallica le ponemos la voz de The Cranberries. Al menos metieron una cera que a algunos nos revitalizó en un festival donde el metal no tenía apenas hueco, luego cada uno tendrá su opinión al respecto de su estilo.
Ya había despertado interés en mí la descripción de un bluesman que comenzó ganándose la vida en la calle. Seasick Steve era uno de los nombres que me apuntaba como posible descubrimiento. El problema es que le he descubierto a la edad de 70 años; si bien no hace tanto que este viejo lobo había debutado discográficamente a pesar de haber trabajado como músico de estudio y productor con otros artistas desde los 60. Pues el tío resulta que es un crack. Con el único acompañamiento de su hermano a la batería, una gastada guitarra y unos instrumentos fabricados por él mismo, este hombre pudo forjar, sin miedo a equivocarme, la mejor actuación de todo el festival. Arrancaron el concierto pateando culos con una estruendosa explosión de batería y guitarra distorsionada, para terminar de idéntica manera destrozando la batería. Ahora entiendo por qué uno de los platos estaba tan hecho polvo. Pero es que estos dos necesitan muy poco para sonar como nadie. A parte de su guitarra de tres cuerdas, de la cual lo único bueno que puede decir, en sus propias palabras, es que es roja, le vimos tocar instrumentos de cuerda de fabricación casera, como una tabla que toco con un destornillador y una especie de banjo formado por dos tapacubos y un palo de escoba. No me preguntéis como era capaz de sonar eso eléctrico, pero el caso es que sonaba. Con este último aparato tocó uno de los temas que más firmemente quedaron en mi mente y que además da nombre a su última obra: “You Can´t Teach An Old Dog New Tricks” (no le puedes enseñar a un viejo perro nuevos trucos). Este, desde luego se los sabe todos. Hasta el de cómo encandilar a una joven que subió al escenario para cantarle una canción. Por algo los Black Crowes no quisieron perdérselo, atentos a la actuación desde un lateral del escenario. A partir de su actuación en Bilbao se le tomó como una estrella, como apreciamos cuando, devolviendo la moneda, este disfrutaba de la actuación de The Black Crowes y una ovación se extendía por el recinto al ser enfocado por las cámaras en su posición en el foso.
Algo parecido se puede decir de Les Savy Fav. Llegaron a Bilbao siendo unos prácticos desconocidos y se erigieron como reyes de la fiesta. Este si que es un grupo idóneo para festivales de verano. El excéntrico Tim Harrington y su banda hicieron disfrutar al público de lo lindo con un show anárquico, sucio y provocador que hizo partícipe a todos los presentes. Como los actores de una obra de teatro de calle, el vocalista interactuó con el público, aprovechó las circunstancias del terreno e hizo que los espectadores se vieran metidos de lleno en un contexto sin normas alejado de lo que podamos entender por normal. Harrington nos recibió sentado en una silla en el centro del escenario, pintándose la cara y disfrazándose como en sus espectáculos es habitual, pero, lejos del secretismo de las estrellas de rock, a la vista de todos. Y es que no hay truco a esconder por parte de este hombre que de una u otra manera va a acaparar la mirada de todos. Nadie se pudo aburrir gustara más o menos el estilo de punk rock moderno e independiente del que la banda hace gala. El cantante pasó tanto tiempo fuera como dentro del escenario aprovechando la amplitud del recinto. Así fue normal verle llegando hasta los espectadores más alejados del escenario, dándole un trago a los katxis del respetable, quitando sombreros y gorras que iban pasando por su cabeza… Tuvo el descaro de encararse con un tipo que no accedió a su petición de ponerse de pie, llegando hasta él, tirándose encima y simulando una violación. Y se jugó el tipo en más de una ocasión, sobre todo cuando se subió en la silla que tuvo en el escenario, pero esta vez haciendo que la gente la elevara hacia el cielo con él encima cantando. Al principio parecía que no se atrevería a tanto, pero se colocó completamente erguido confiando en los brazos que le sostenían. Si hubiera caído al suelo se hubiera comido una buena, ya que aún había muchos huecos entre la gente. Terminó cayendo, pero de forma bastante controlada. Con todo el mundo en el bolsillo pese a no ser una banda conocida, Les Savy Fav triunfó en Bilbao. Se supone que, según palabras de Tim Harrington, no debería de contaros todo esto que ocurrió en el escenario principal del Bilbao BBK Live y fuera de él, ya que es secreto. Además de disfrutar de esa actitud de genuino rock atrevido, no fueron pocas las carcajadas entre una audiencia que terminó siendo besada con la sucia boca del vocalista, que les dejó una buena marca en la frente y en la cara a los que tuvo cerca. Una huella que permanecerá por tiempo entre los que pasamos este inolvidable rato con Les Savy Fav. No digáis quien os lo ha chivado.
Por desgracia para ellos, muchos fueron los que decidieron subir a partir de M Clan, tomando esta como la primera actuación de referencia del día. Un error. Para los rockeros a día de hoy poco o nada representa esta banda de radiofórmula, salvo aquel grupo que prometía bastante y que luego decidió pasar a una tendencia que le abriera a todos los públicos. Esa es la actitud que se respira cuando ves al grupo, si bien, no tiraron en el inicio de sus hits más conocidos y alternaron algunos pasajes de rock más clásico, del que vienen, con otros temas que impedían que la actuación cogiera buen ritmo. “Calle Sin Luz”, “Para No Ver El Final” o “Basta De Blues” fueron temas que jalonaron este arranque hasta llegar a los más conocidos, como la versión de Rod Stewart “Maggie May” o “Miedo” que, no nos engañemos, son los que el público que hoy en día arrastran estaba esperando, alejados de esas influencias reconocidas de los hoy cabezas de cartel, de los cuales conservan muy poco, sobre todo en la forma de encarar su música. Lo de viva el rock que lanzó Carlos Tarque para terminar la descarga, se me hace muy poco representativo de lo que la banda ofreció en el escenario, al menos si hablamos de lo que nosotros entendemos por rock.
Como segundos cabezas de cartel del día podíamos tomar a 30 Seconds To Mars. Era mucho el peso que se le otorgaba en el cartel a la banda de Jared Leto y compañía que repercutió en un público adolescente mayoritariamente femenino. Al igual que con los anteriores también hay que decir que lo de rock hay que aplicárselo a esta banda con bastantes reparos. Sus componentes parecen ídolos artificiales del mundo del pop, antes que una banda de rock que se debe batir el cobre en el escenario. Tienen todo ganado con unas enloquecidas fans, entre las que se apunta algún que otro chaval que si ni siquiera valora la belleza de estos tipos, no se muy bien que ve en ellos. Al menos lo que ofrecieron en Bilbao fue musicalmente paupérrimo, si bien visualmente con las imágenes de las pantallas y el decorado de unos músicos engalanados tuvo algo de atractivo. Por su puesto que Jared Leto no pasó la oportunidad de lucir palmito en cuanto pudo dejar su torso desnudo. Pudo haber desmayos. Su actuación se dividió en tres partes. La inicial con temas eléctricos carentes de fuerza como “Search And Destroy” o “This Is War”, con mensajes en las pantallas que no se hasta que punto pueden calar en jóvenes que lloran si les cae una gota de sudor de estos músicos. Luego una fase acústica con el vocalista en una plataforma en medio del público, interpretando de forma muy parada “Hurricane”, “Alibi” y “The Kill”, que finaliza ya con la inclusión de eléctricas. Durante toda esta fase anodina, se pudo apreciar el murmullo de un público que prefería charlar con sus amigos que atender a un espectáculo carente de gancho. Y la fase final que empieza desde este momento de resurgir con Jared Leto esta vez cantando desde la torre de sonido y rematando con “Closer To The Edge” y con ese “King And Queens” en el que un buen puñado de seguidores (sobre todo seguidoras) fueron invitados al escenario. Los de seguridad tenían que contener a esa gente para que no se abalanzaran sobre el sex simbol cada vez que daba un paso atrás hacia donde ellos se encontraban. Supongo que habrá que resaltar la estética, porque en lo estrictamente musical poco o nada que rascarle a una banda que nosotros no podemos considerar de rock, pese a que con esa etiqueta pretendan presentarse. Hace falta mucho más que una guitarra eléctrica para ello.
Por fortuna, la banda más atractiva para nosotros de este cartel no defraudaría y nos metería un buen chute de genuino rock por la venas. The Black Crowes fueron de bien a mejor a lo largo de su actuación. Una actuación que les acredita como absoluto cabeza de cartel en este festival. No solo para un público suscrito a su sonido setentero, sino para cualquiera que deguste el rock hecho con fuerza, corazón y mucha clase. Aquello ya sonaba muy bien ante un expectante público con “Jelous Again”, con el cual comenzaron a repartir esa esencia de banda de rock clásica que solo poseen los grandes nombres de la historia que triunfaron en los 70 y de los que ellos cogen el testigo de una manera casi mágica. Nadie diría que estamos hablando de una banda que despuntó en los 90. Estos tuvieron que ganarse el favor de los seguidores, está bien que las bandas noten un poco de exigencia dentro del apoyo incondicional. La respuesta de la gente iría en aumento, provocada por temas como “Good Morning Captain” o “Soul Singing”. Pero lo que ya destapó el tarro de las esencias fue “Wiser Time”, con un largo tramo instrumental donde toda la banda demostró de lo que son capaces cuando deciden pasar a la psicodelia y la improvisación, con el lucimiento particular de las guitarras pero con un engranaje del nivel que se les presupone. No estaban defraudando y seguirían sin hacerlo en una actuación que seguirá aumentando las ovaciones de un público hechizado por temas como “Turn In My Pride”. Y eso que aún faltaban los temas más esperados. Cuando el nombre de Otis Redding asomó, el público reconoció esa versión de “Hard To Handle” que The Black Crowes han hecho suya. Esta vez sin rodeos buscando ser efectivos con un público ya totalmente receptivo. “She Talk To Angels” fue uno de los puentes hacia el final que esperábamos como definitivo, sin perder la grandeza que emana una banda que es carne de escenario. Por su estilo parecerían más apropiados para pequeños clubs, pero han cogido su posición de grandes de la escena con una categoría total. Sin necesidad de una gran producción el valor de su música es puro, sin más aditivo que la transmisión de unos músicos que son capaces de conectar con un público masivo. Y es que hay temas que por si solos son capaces de hacer reaccionar a todo un recinto, por muy lejos que se extienda la marea humana. “Remedy” es un tema que ya a transcendido toda frontera para pasar a ser de dominio público, como otro de los grandes temas de la historia del rock. Por mucho que fuera típico y que todos los esperáramos, no dejó de ser la gota que colmó el vaso de una actuación rebosante de clase, calidad, implicación y magia.
Cumplieron con creces los grupos que nos interesaban y encontramos sorpresas en otras bandas, no necesariamente rockeras, manteniendo el sentimiento de un movimiento musical alternativo al cual como degustadores de música nos adherimos. Por eso seguimos manteniendo en este medio de rock y de metal como una de las citas de referencia del verano de un tiempo a esta parte al Bilbao BBK Live. Aunque siempre sea necesario para nosotros, como el respirar, que algunas de nuestras bandas integren el cartel para seguir dando sentido a informaros en nuestro medio de lo ocurrido. Los grandes nombres de la música tienen garantizada su presencia en Bilbao año tras año y no dudamos de que entre esos nombres estarán siempre alguno de nuestros grupos, y de que entre medias, en nuestro estilo o en otro, podremos seguir descubriendo propuestas que nunca nos harán irnos sin habernos llevado una sorpresa.
Texto: ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)
Fotos: CARLOS GARCIA (www.insonoro.com)