JORGE SALÁN

(Sexto Asalto)

9/10

 

 

Lo más sencillo no es subir sino mantenerse. Pues Jorge lo ha vuelto a hacer. Subir en lo musical ya lo tenía complicado ya que sus trabajos de un tiempo a esta parte no dejan lugar a dudas. Comenzó su carrera dejándonos notables trabajos, lo suyo apuntaba alto y definitivamente se ha quedado en el sobresaliente. Como indica el título de su disco esta es su sexta obra. Después de criticar sus últimos pasos discográficos podría repetirme con eso de que Jorge Salán reafirma su personalidad, pero más que eso diré que aquí el salto es mayor. Los grandes músicos no solo se han caracterizado por su originalidad y su identidad, también porque ello les hace brillar de una manera diferente que hacen que todo lo que toquen, en momentos más o menos acertados, se impregne de su magia. Eso es lo que percibo en esta nueva obra del guitarrista madrileño. Que después de asentar su estilo con los últimos discos, lejos de quedarse en un simple asentamiento de su forma de hacer las cosas, aún le está sacando brillo a su propia lámpara mágica. Por eso encuentras alicientes irresistibles en una nueva obra redonda, con un Jorge cada vez más cómodo en la labor vocal, rodeado de su gente habitual y cercana pero con la firma final puesta por quien lleva el nombre de todo esto, que en poco más de diez años está dejando unas imborrables páginas para la historia de nuestra música.

Tras su anterior “Estatuas En La Calle” se puede considerar este el segundo disco en castellano de Jorge Salán, de hecho lo es, pero este es realmente el primero concebido en este idioma, ya que el anterior se basaba en propias versiones. Eso puede ser en este caso el punto de novedad de una obra que en cuanto a sonido identificas desde los primeros acordes. Sobre todo desde “Chronicles Of An Evolution” creo que cualquier seguidor metido en esto debe reconocer de primeras quien se esconde tras esa guitarra y esa voz, que unidas sigo pensando que dan más emoción y calor. De hecho, el disco vuelve a estar cargado de sentimientos, primando la composición y la canción por encima de una técnica de la que Jorge va más que sobrado y que aprovecha con mucha inteligencia. Sin derramar más de la necesaria para encontrar un equilibrio perfecto entre lo que es el corazón que debe tener una buena canción y todo lo que la reviste.

Uno de los más técnicos del todo el trabajo puede ser precisamente el primero, “Depredador”, de nuevo con un arranque de lo más notorio y atrayente, algo que se viene repitiendo en sus últimas obras, con la guitarra presentándose con la mejor de las galas. Pero como digo, más que alardes aquí hay feeling. Y qué mejor demostración que un tema con la más pura esencia de Gary Moore como “Mar De Cristal”, con ese aire celta que nos hace acordarnos del desaparecido maestro del blues y del hard rock. Cuenta con la aportación de Roberto Jabonero al violín, aunque para realzar el aire nórdico que nos trae una fresca brisa de mar y montes verdes casi pareciera que escucháramos unas gaitas acompañando el rasgo principal de la canción, en lo que los teclados aportan también los suyo. Tras salirse la huella de un seguro influyente guitarrista para Jorge, como para muchos más, pasamos a “Tocar Tierra”, aunque el riff principal de la canción mas bien pareciera que nos hiciera elevarnos sobre ella. Volamos.

En este punto ya nos damos cuenta de que Jorge sigue buscando y encontrando una variedad en todos sus temas. Prácticamente cada uno lo identificamos por algo distinto al resto, y sin embargo, todos llevan el mismo sello que ya no necesita copyright. “Aprendiendo A Perder” tiene unas percusiones formidables, “Trainspotting” lleva una línea más melancólica, mientras que “Reflejos Del Ayer” cuenta con unos potentes riffs de guitarra que se alternan con melodía vocal. El corte adquiere un tinte más moderno. Aunque si partiendo del hard rock Jorge Salán puede llegar a tocar cualquier estilo, también está claro que partiendo de lo clásico el guitarrista ofrece una música atemporal.

Si hablamos de emoción hay que destacar la dedicada a la violencia de género “Cero 16”, con acertada letra, en tono acústico y sobrecogedor. Para no contrastar demasiado precisamente con acústicas comienza “Depresión”, pero con un toquecito funky. Sin embargo, el tema vira hacia unos derroteros distintos, resultando el más popero del disco. Una slide guitar nos saluda en el sureño “La Lluvia Quedó Atrás”, con Jorge metiendo también armónica. Por su parte, “Agotamiento” sí que es un tema de ritmo más funk en todo su desarrollo, aunque los mimbres no dejan de ser hard rockeros. Para rematar una obra que se engrandece con la suma de versatilidad a la conocida calidad de Salán, una autentica joya resulta “Sinfonía Subterranea”, con aportaciones de saxo y con un regusto jazz que no se escapa de las manos. Es decir, que las dosis de todo lo que ofrece el disco están milimétricamente medidas. En todos los temas Jorge nos deja un solo de guitarra llamativo, pero nunca le verás irse más allá de lo recomendable. El día que lo haga no quiere decir que esté mal, simplemente tiene derecho a experimentar, pero de momento el virtuosismo de este guitarrista no se ha desfasado. Ese hubiera sido un final alucinante con un tema diferente, pero la decisión de volver al hard rock potente de “Dulces Sueños” nos deja con un regusto más real de lo que hace palpitar esta obra.

Una obra tocada por el don de la identidad de su propio autor, pero mucho más que eso por el especial cariz que los buenos músicos llevan dentro prácticamente sin buscarlo. Podrá currarse más o menos un disco, podrá estar más o menos inspirado, pero nunca podrá evitar dejar esa esencia que distingue todo lo que toca. Y además, de momento no ha dado ni un paso atrás en una carrera que crece con lanzamientos que engrandecen el gran legado que Jorge Salán nos está dejando.

ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)

INFORMACIÓN ADICIONAL:
www.jorgesalan.com