CRÍTICA: ESTIRPE – EL TIEMPO UN PLACER PARA DETENER

ESTIRPE

(El Tiempo Un Placer Para Detener)

8´5/10

 

 

 

Los trabajos en directo siempre crean discordia, pero lo equivocado o acertado no es editar un trabajo en vivo o no, sino plasmar ese aliciente extra de un directo, eso que no puedes encontrar en un disco de estudio, que le da a las canciones que ya conocemos algo diferente, más allá de la presencia de un público que de vez en cuando se deje oír. Se trata de transmitir en todo momento que estamos ante un directo, un momento irrepetible donde no hay una banda que toca y un público que responde, sino una conexión. Estirpe lo consigue recoger en este directo que, por otra parte, merecían ya tener en su discografía. Lo merecían porque llevan muchos años en la brecha con unos trabajos de una calidad incontestable, pero sobre todo forjando un estilo propio, inigualable y genial. Como toda genialidad tiene una dificultad añadida para ser comprendida por el común de los mortales educados para quedarse con lo fácil e inmediato, pero una vez que entras en este universo es como si descubrieras una realidad paralela. Nuevas puertas se abren en nuestra mente.

Eso ya lo hemos percibido con sus trabajos precedentes, pero ahora centrémonos en este “El Tiempo Un Placer Para Detener” registrado el 25 de febrero de 2012 en el Gran Teatro de Córdoba. Incluso el título me gusta. Tal vez se pueda pensar a simple vista que no representa lo que es un directo, pero ¿quién no ha asistido a un concierto y ha disfrutado tanto que ha olvidado incluso el reloj? Por otro lado, la paz espiritual que respiran estas canciones también me hacen indicado este título. Con Estirpe olvídate del tiempo y de las normas. Disfruta de temas como “El Último Pétalo” o “Llámalo Perdón” y verás cómo respiras una armonía de la que el trajín del día a día en las ciudades nos priva. Y no es porque le falten los temas más contundentes, como “Mi Revolución”, pero es que siguen siendo temas que llegan a tu interior de tal manera que si conectas te hacen encontrarte en paz contigo mismo, simplemente en manos de esos sentimientos que uno guarda dentro, en lo más hondo, y que la música te puede activar o incluso despertar.

Para mí el momento central del disco es “El Color De Mi Voz”, un tema que homenajea con un acierto pleno todo estilo musical. Precisamente en éste saben fusionar muchos matices de estilos distintos, demostrando una amplitud de miras al alcance de muy pocos músicos. Pero es que además de eso la combinación no es nada desproporcionada, resulta un tema con un estribillo muy marcado, pero es uno de los temas con colores más vivos que yo he escuchado en mi vida. En directo además juegan con algo de improvisación, ya digo que es clave plasmar algo mas en un directo, contando con unas colaboraciones bordadas en los vientos. Esos elementos que aportan a las canciones, como en otros momentos los violines, son una auténtica maravilla que termina de redondear la obra.

Tal vez alguno puede pensar que el repertorio queda un poco descompensado, debido a que se basan más en las últimas obras, pero la banda es consecuente con su evolución y crecimiento, que le hace estar más de acuerdo con lo último que ha hecho, pero ahí tenemos temas como “En Ruanda O En París”, que me sigue emocionando como la primera vez que la escuché. Un mensaje desgarrador lleno de esa credibilidad que esta banda siempre ha tenido. De ahí el sentido que tiene un tema como “Hazme Creer”, con el que finiquitan la obra con algún añadido entremedias. Y es que desde que les descubrí he creído en ellos como una banda capaz de romper moldes, de ser fiel a sí mismos obviando los gustos predominantes y de romper cualquier guión haciéndote ver otras posibilidades. Incluso es posible parar el tiempo.

ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)

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Sello: Maldito Records

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