BON JOVI

29 – 07 – 11

Donostia (Anoeta)

Donostia se quedó pequeña para acoger la visita de Bon Jovi a la capital guipuzcoana. Lo comprobamos en nuestras carnes cando buscábamos aparcamiento, imposible de encontrar a una distancia medianamente cercana al estadio de Anoeta. Ríos de gente se acercaban al recinto, que imaginamos demasiado grande para un concierto del de New Jersey, después del cambio de emplazamiento del velódromo al colindante campo de fútbol. Pero el precio anticrisis surtió efecto y mucha fue la gente que se animó al ver los reducidos precios que la organización había puesto a la venta las semanas anteriores al concierto. Eso y, seamos justos, que Bon Jovi sigue teniendo tirón como para actuar en un recinto de gran amplitud. El caso es que el público ganó, ya que se pudo acercar en masa con un precio asequible y el concierto se realizó al aire libre, cosa que se agradece en verano. Menos mal que la lluvia caída durante los días previos en Euskadi respetó y el concierto lo pudimos ver en seco y con agradable temperatura.

De poco estética calificaría la colocación del público en diversas zonas en la pista, ya que se dividió a la gente por clases con dos vallas que separaban a los espectadores en tres grupos. Por una parte estaba el público general más alejado del escenario, entre medias un sector que había pagado una entrada más cara y los más próximos al escenario, que habían hecho el desembolso más grande. El problema es que la parte más cercana al escenario resultaba ser la que más calvas presentaba, resultando antinatural en un concierto de rock que se respire mejor cuanto más cerca del escenario, mientras que a unos cuarenta metros de distancia se apilaban contra la valla los que tenían entrada, digamos estándar, de pista; en lugar de primar (como hasta ahora) tu capacidad de lucha para llegar adelante o tu paciencia para esperar a entrar de los primeros. Aquí el que quisiera ver más de cerca a sus ídolos lo compraba con dinero.

No descubro nada nuevo si digo que Bon Jovi hoy atrae a todo tipo de gente. Mientras que buscábamos aparcamiento íbamos buscando a gente con aspecto rockero entre tanta criatura que lo mismo ve a Bon Jovi hoy en Anoeta que a Shakira hace unos meses en San Mames. Claro que si, estamos en contra de la cerrazón mental. El problema es que nos gustaría que igual que se abren a los que el éxito les llega por su propio peso, creando un efecto de imán inexplicable, le dieran una oportunidad a otras bandas, de cualquier estilo, que aún no son conocidas. Solo con un 10% de la gente que estuvo esta noche en Anoeta interesándose por la música por si misma nos conformaríamos como apoyo a una escena musical que se muere aplastada por grandes nombres y por marionetas convertidas en estrellas que hacen acudir a un número de público tan grande solo por el hecho de sentirse normales al estar entre la generalidad, sin valorar lo que de verdad vale: la música.

A Bon Jovi lo sigo colocando entre grandes nombres y no entre esas efímeras pantomimas que algunos llaman músicos. Por eso estábamos allí esta noche y no disfrutando de nuestras vacaciones. E incluso hubo una parte del público, mínimo por desgracia, que acudió por la verdadera grandeza de los temas del grupo. La mayoría se hubiera conformado con lo que les hubieran echado. Una muestra es que en las primeras filas había varías chicas con pancartas que pedían “These Days”, mientras un tema como “Runaway”, clásico para muchos imprescindible, se lo ahorraron con tan solo unos pocos guardándonos nuestro pensamiento al respecto.

Pero voy a ser justo con lo que vivimos y también reconoceré que la gente rugió con la banda en una noche con mucho que recordar con agrado y que Bon Jovi y su banda hicieron por momentos un despliegue digno de unos grandes del rock. Fundamentalmente eso se centró en la primera fase de la actuación con unos primeros 60 minutos de auténtico ensueño donde el grupo hizo atronar sobre el cielo donostiarra temas a los que los años les han sentado muy bien, como ocurre con las cosechas de buena calidad. Así comenzaron arrasando con “Raise Your Hands”, en el que no deja de emocionar la imagen de la manos alzadas al cielo desde la primera a la última fila, incluidas las gradas más alejadas, y  Bon Jovi saludando a uno y otro lado de un estadio que sin llegar a un lleno, muy complicado a cualquier precio, presentaba un sensacional aspecto. La gente volvió a rugir con “You Give Love A Bad Name”, más fuerte si cabe, ayudando a los coros que al vocalista le sirvieron de gran apoyo durante todo el concierto y a los que el público contribuyó casi como parte de la banda. Las pantallas comenzaban a expulsar imágenes del grupo en directo, mezcladas con efectos y con algún otro añadido, lo cual ayudaba a que todo el mundo pudiera disfrutar desde cualquier lugar del recinto de esta gran espectáculo que nos estaba dando Bon Jovi. En este tema vimos la imagen, unida y cordial, del vocalista y un rehabilitado Richie Sambora, al cual nos alegramos de ver en esta cita después de su anuncio de desintoxicación del alcohol que parecía truncar su estancia en esta gira que, por fortuna, se adelantó para disfrutar de Bon Jovi con su mano derecha a las seis cuerdas.

“Wild In The Streets” y “Born To Be My Baby” reafirmaron el alucinante arranque del espectáculo. A tenor de la respuesta de un público tan mayoritario me pregunto por qué el rock no goza hoy de otro estatus entre la gente. Más que nada porque este arranque fue un lujazo para el seguidor más clásico del grupo y para los seguidores más hard rockeros, demostrando que esto funciona. El problema es que a la gente todo hay que dárselo masticado y ni conoce ni quiere conocer nuevas bandas por si misma. Con encumbrar a uno suficiente, que eso de conocer algo nuevo cansa mucho. Y el caso es que cuando la banda se decidió a pasar por temas tan recientes como “We Weren´t Born To Follow” el show seguía transmitiendo la misma fuerza. De hecho, destacaría este reciente tema como un momento de emoción disparada, por la propia calidad de la canción, su efectividad en directo, el sonido sensacional con el que el grupo contó, las imágenes proyectadas en las pantallas (fundamentalmente en la grandísima y semicircular del fondo del escenario) y por el mensaje que nos transmitía. Ni que decir tiene que un hit como “It´s My Life” convirtió en un clamor el estadio de Anoeta, con un público que arreciaba con una fuerza que pocas veces hemos vivido y que demuestra que dentro de la gran empresa que simboliza el nombre de Bon Jovi, hay capacidad para seguir haciendo de la música un mágico ritual, capaz de encandilar a las fieras cuando “In This Arms” se convirtió en uno de los temas mejor ejecutados de la noche, con una banda funcionando al completo en la que adquirió protagonismo David Bryan, cantando desde las teclas con una fuerza que tuvo su respuesta en un público nuevamente atronador.

No estamos acostumbrados, por desgracia, a conciertos de esta índole tan grande. Y dentro de la crítica que lleva esta crónica, he de reconocer que la gente tuvo un comportamiento ejemplar con el grupo, demostrando además que cuando más arreciaba la audiencia era con temas más hard rockeros. Por eso hay algo contradictorio en todo esto, ya que supuestamente es la otra cara de Bon Jovi la que le hace atraer a un público que, también hay que decirlo, dejó arreciar esos gritos de euforia absurda en el par de ocasiones que movió su trasero ejerciendo su papel de sex simbol, teniendo de coprotagonista a un querido Richie Sambora. Si bien en cuanto a calidad musical nada hay que reprochar a lo que nos ofrecían, y menos en este largo arranque de verdadero rock que nos estaban brindando, con eclosión definitiva, tras pasar sin bajar el listón por “I´d Die For You” y “Summertime”, con un extendido “Bad Medecine” en el que incrustaron entre medias “Hot Legs” y “Old Time Rock & Roll”, pera terminar arreciando conectando de nuevo con el tema propio de la banda y con un Sambora que se llevó una gordísima ovación en su solo de guitarra. Está claro que estos tíos se acuerdan de cómo se rockea.

Lástima que cuando ya estábamos convencidos de que el concierto podía ser uno de los del verano, llegó el momento de las baladas, que se hizo demasiado largo. No es que no lo esperáramos, pero sí que se hace demasiado extenso y poco dosificado. Después de que Sambora y Bon Jovi salen a la plataforma situada entre el público a interpretar de forma acústica “When We Were Beatiful” y “I´ll Be There For You” ya no volvió a ser lo mismo. Sin ningún reparo en la interpretación de una banda magnífica, tanto en los miembros oficiales de la banda, donde un espectacular Tico Torres creo que también merece una mención, como en los músicos contratados de acompañamiento que le hicieron una labor a las estrellas muy meritoria, sobre todo ayudando a Bon Jovi con las voces allí donde el cantante tenía que cubrirse a la hora de cantar.

Pese a contar con temas clásicos como “Livin In Sin” o “Wild Is The Wind” se hizo un poco densa la parte central el concierto, con temas como “Who Says You Can´t Go Home” , que podían haberse guardado, ya que dentro de la buena tónica musical, poco levantaron a un personal que esperaba momentos como “Have A Nice Day” y “Keep The Faith·” para reaccionar. Temas no tan clásicos como los que nos habían ofrecido en la parte inicial del concierto, pero que llegan a viejos y nuevos seguidores de la estrella americana. Por cierto, que en este último una gran producción como la que lleva esta banda, bien podrían llevar una pirotecnia real y no simulada por las pantallas.

En los bises llegaron errores de planteamiento que un concierto que apuntaba sensacional, lo dejaron en una larga actuación de tres horas con momentos increíbles y con otros un tanto más soporíferos. Comenzar una vez abandonado el escenario con “This Ain´t A Love Song”, no es lo más indicado para reactivar a una gente que necesitaba más chispa. Y por desgracia, un tema que me encanta como “Wanted Dead Or Alive” no fue la mejor interpretación de la noche por parte de guitarra y voz. Sin embargo, quedaba un “Livin´On A Prayer” que es de esos pocos temas capaces de hacer que un estadio estalle desde la primera fila en torno al escenario hasta el último asiento de la grada más alta. Simplemente apoteósico lo que vivimos con el inicio a capela y con el estadio arreciando en cada estribillo.

La banda no se marcharía definitivamente, sino que volvió para cumplir con esos carteles que rezaban “These Days”. Evidentemente, no es de los mejores temas de Bon Jovi, con lo que el final de concierto no se levantaba como debiera. Por supuesto que “Always” es una gran canción, pero nunca debería salir tras otro tema relajado y en una fase final donde “I Live This Town” salvó los muebles y en el que terminar con la pachanga de la versión de “Twist & Shout” no me parece que haga honor a lo que el grupo demostró que podía ofrecer, dejando para el final la imagen de una fiesta que yo hubiera cambiado por una demostración más de buena música que nos ha dejado este grupo a lo largo de los años.

Con todo ello la actuación tuvo momentos al alcance de muy pocas bandas que guardamos en nuestra memoria. Sobre todo en la primera hora de actuación donde el espectáculo, la calidad de la banda y el sensacional recinto en el que nos encontrábamos vibró como en las grandes ocasiones. De hecho, una de esas ocasiones no deja de ser esta visita de una banda que es mítica por mucho más que por contar con un guaperas, a veces más famoso que músico, al frente. Sin embargo, que una gente se preguntara como no tocaron “Bed Of Roses” entre tanta balada y otra dónde se dejaron “Runaway” como uno de sus clásicos más importantes, en un concierto de casi tres horas, significa que algo no cuadra del todo en ese encontronazo de lo descaradamente comercial y el sentimiento de unos hombres surgidos y curtidos en el hard rock más clásico que hoy fue lo que mejor les funcionó, dejando claro como puede llegar esto a un público de toda índole.

Texto: ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)