CRÓNICA: DRINK THE SEA

 

DRINK THE SEA

Jueves 27 de noviembre de 2025 – Sala Groove – Portugalete, Bizkaia

 

Estamos viviendo grandes actuaciones en la sala Groove de Portugalete. Coqueta sala con excelentes condiciones para los músicos y un mejor trato del personal por la que además de bandas emergentes están desfilando rutilantes estrellas del ámbito internacional. Pero lo que hoy íbamos a presenciar era toda una superbanda con músicos que trascienden ya muchas décadas y estilos musicales. La banda a conforman Peter Buck (REM), Barrett Martin (Screaming Trees) Alain Johannes (Queens of The Stone Age, Eleven, Mark lanegan…), Duke Garwood (Mark Lanegan Band), Lisette García y Abbey Blackwell (La Luz, Alvvays, Jonatham Wilson, Cassandra Jenkins). Un grupo que se aleja una etiqueta sencilla para posible calificación. Lo han reflejado en la homónima doble obra “Drink The Sea I” y “Drink The Sea II”. Dos discos editados con apenas un par de semanas de diferencia que reflejan la naturalidad y la fluidez de aquellos clásicos discos brillantes a más no poder sin necesidad de unas grandes producciones y prácticamente registrados en unas horas de inspiración inmortalizada para la eternidad. Bien entrados en el siglo XXI encontrar algo así es oro puro.

La banda eligió la sala Groove para realizar los ensayos previos a su primera gira, siendo esta la definitiva puesta de largo del proyecto sobre los escenarios. Tuvimos el privilegio de ver el primer concierto de la banda entre un público variado que representaba a la perfección la apertura mental que requiere la propuesta del grupo. Un rock lisérgico, cálido, muy atmosférico que utiliza múltiples sonidos para enriquecer una música muy ambiental no destinada a entrar a la primera.

Alain Johannes se erigió en líder de la banda. Sentado en un costado del escenario alternando diferentes instrumentos de cuerda que resultan claves en el sonido del grupo también se hace cargo por momentos de la voz, apoyando a Duke Garwood, que lleva la voz principal. Su registro susurrarte se convierte en otra seña distintiva de la banda. Su música se enriquece con sonidos particulares por parte de Lisette Garcia, a cargo del vibráfono y otros elementos percusivos a los que también contribuye el propio Barrett Martin en algunos momentos en lo que abandona su puesto de batería, desde el que, por cierto, también se encarga de voces. Además Abbey Blackwell alterna bajo y contrabajo, mientras que el propio vocalista principal aporta en algunos momentos el clarinete como otro elemento más. Curiosamente Peter Buck no explota el nombre de R.E.M. para destacar más en el escenario que sus compañeros, tocando lo que tiene que tocar con versatilidad y tacto. Un lujo de sonido atemporal y muy original en estos tiempos.

La banda no se cortó a la hora de ofrecernos sus dos obras íntegramente y del tirón. Y tiene mérito que mantuvo en todo momento la atención y el reconocimiento de todos los presentes que supo valorar y agradecer lo especial de la cita y el valor de unas canciones que ni mucho menos aspiran al gancho comercial que pueden tener los éxitos de sus bandas. Con alguna breve explicación del chileno Alain Johannes, portavoz de la banda al poder hablarnos en español, el grupo fue desgranando piezas como “Shaking For The Snakes”, “Sacred Tree”, “Bambe for Two” “Spirit Aways” o “Paredes”. Por mencionar algunas de las 22 sicodélicas canciones propias con las que Drink The Sea no se dejó nada en el tintero a lo largo de 2 horas de concierto que aún se extenderían un cuarto de hora mas para regalarnos algunos clásicos esperados y prometidos.

De nuevo Alain se convierte en líder del grupo al anunciar un tema muy personal compuesto el día que conoció a Mark Lanegan para The Desert Sessions, como Making Cross. Un proyecto en el que también colaboró Josh Homme. Luego los ánimos se levantarían sobremanera con el “The One I Love” de R.E.M., que elevó las voz emergida de las gargantas de todos los presentes. Y, por último, otro tema de Alain, en este caso para Queens Of The Stone Age como “Hanging Tree”, aparecido en su disco de 2002 “Songs From The Deaf”.

Todo un lujazo para cualquier amante de la música con amplitud de miras, sin encastillamientos y que sabe lo que supone ver a músicos de este nivel a un palmo de sus narices, prácticamente compartiendo un rato con ellos más que presenciando una actuación. Muy de agradecer que músicos de este trayecto se acerquen a sus seguidores y que sigan emprendiendo nuevos caminos llenos de inquietud.

ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)