BERRI TXARRAK

14 de julio de 2019 – Kobetamendi – Bilbao

 

 

Anunciar algo entre amigos suena sencillo. Y precisamente la sencillez es algo que ha caracterizado a Berri Txarrak a lo largo de su trayectoria. Aún recuerdo alguna actuación en sus inicios con un Kafe Antzokia semivacío, sin poder imaginar que aquel grupo se pudiera convertir con el tiempo en el gigante que luego se convirtió. El caso es que la afluencia de público y su notoriedad es lo que verdaderamente ha cambiado, más allá de las lógicas tablas adquiridas por el grupo y de un legado que se ha ido engordando con notables discos y directos donde jamás les hemos visto flojear. En eventos como este una gran pantalla al fondo del escenario y otras dos a los laterales es de los pocos extras que podemos encontrar para apoyar a un grupo que sigue siendo el mismo ejemplo de actitud que ataño. Esas pantallas proyectarían algunas imágenes añadidas al concierto, pero que fundamentalmente se encargarían de no perder detalle de lo que ocurría sobre las tablas, con primeros planos de los músicos. Lo agradecerían los más alejados dentro de una multitud que se extendía ladera arriba.

Aunque en un principio se anunció que saldrían autobuses desde el BEC de Barakaldo finalmente tan solo se ubicó la salida de estos en San Mames para subir hasta Kobetamendi, encontrándonos a media tarde con una cola kilométrica que ya presagiaba lo que íbamos a encontrar arriba. Y eso que lo que en principio iba a ser “solo” un extraordinario concierto en la gira de despedida de Berri Txarrak se convirtió en una jornada completa dedicada a la cultura vasca, con actividades y conciertos desde las 4 de la tarde, con lo que la subida tuvo que ser por necesidad más escalonada.

Con el BBK Live recién terminado Kobetamendi se disponía para acoger una jornada más de música en vivo que no solo cabe catalogar de memorable en la carrera de unos Berri Txarrak que se van a despedir de su público dejando su carrera en el punto más álgido, también para todo el movimiento musical y cultural euskaldun. Este es uno de esos hitos muy difíciles de conseguir y de repetir, de los que solo puede uno sentirse privilegiado de haber vivido in situ. Y es que finalmente esta celebración se extendió hasta 20.000 amigos, los que se subieron a las tablas y los que recibieron con los brazos abiertos a unos navarros que emocionados y agradecidos si inclinaban ante un recinto con ambiente de gala.

Antes de la salida del trío conformado por Galder, David y Gorka la Broken Brothers Brass Band aparecería por el pasillo que iba desde la mesa de sonido al escenario marcándose un medley de vientos que terminarían sobre las tablas. Y allí ya, una vez hecha esta bienvenida, Berri Txarrak sembrarían de electricidad el arranque de la descarga con temas como “Beude”, “Gelaneuria”, “Jaio Muska. Hil”, “Izena, Izana Ezina” o “Spolier”. Un arranque al que el clamor de los presentes se sumó para no ceder en toda la velada, con petición incluida en varios momentos de libertad para los presos de Altsasua.

Esperábamos algo especial, pero no contábamos con que la noche se iba a alargar con una actuación  de 3 horas. En esas tres horas aparte del desfile de invitados también hubo un desfile de hasta 37 canciones que dejaron buena cuenta del inmenso legado que nos deja Berri Txarrak. Jurgi Ekiza de Willis Drummond sería el primero en colaborar con los de Lekunberri en “Ez Dut Nahi”, pasando el testigo a un entregado Aritz de Deabruak Teilatuentan en “Iraultza Tiikien Asamblada”. La mecha siguió haciendo arder Kobetamendi con “Zertarako Amestu” y “Libre” antes de que Aiora Renteria de Zea Mays diera muestra de su elegante voz con su aparición en “Aspaldian Utxitako Zelda” y “Bisai Berriak”.

Llegó un tramo algo más atmosférico con la presencia del teclado en el escenario de Marti Perarnau y la segunda guitarra, que aportó un tacto muy especial por parte de Ricky Falkner. Hasta 5 temas se marcaron en este tramo de la actuación incluyendo un “Lemak Aingura” con David Ruiz de La M.O.D.A. Tras ello se atreverían a hacer que todo el mundo se agachara para acabar dando botes con “Ikasten” seguido de “Isiltzen Ba Naiz” retomando el pulso de una descarga que no permitía que decayera en ningún momento la atención del personal.

Y para captar esa atención qué mejor que Iñaki Altolaguirre “Matxet” (Jousulouli), al que el escenario se le quedó pequeño y acabaría sobre el público de Kobetamendi en el frenético “Zirkua”. Con Facu Diaz en la batería y Toni  Mejías de Los Chikos del Maíz en la voz continuaron con “Betiko Leloaren Betiko Laloak”. La estampa de un ondular de manos alzadas en “Eskuak” resultaba estremecedora, contando con la colaboración de una entregada y brillante Iseo, al igual que en el siguiente “Biziraun”, dentro de un tramo donde el rap se asociaba al rock directo de Berri Txarrak.

El ex bajista de Weezer Matt Sharp, jovial y feliz como un niño, se marcó el tema de su proyecto en solitario The Rentals “Friends Of P”, sustituyendo la P por la B, letra que llevaba inscrita en una camiseta que acabaría por regalar al público en el siguiente “FAQ”, que ya registrara junto a la banda en estudio y de cuya letra parece acordarse bastante bien.

Llegaron dos momentos que me pondrían los pelos de punta, probablemente el mejor tramo de una descarga que en cualquier caso cabe guardar en la memoria por todo su largo trayecto. Pero la entrada al escenario de Anari y Karlos Osinaga (Lisabo) participando en guitarra y voces en “Oreka”, con esa entrada acústica con la guitarrista cantando prácticamente sobre unos acordes a modo de cantautora fue de hacer aflorar la lagrimilla. Por otro lado, estremece ver a una fusionándose a otra, como ocurrió cuando Aitor Gorosabel de Su Ta Gar se marcó un “David Eta Goliath”. Su impecable solo de guitarra ya era para alucinar, pero es que además este cantó con la garra habitual, dejando patente el inconfundible sello personal en esta aparición que se completó con el explosivo “Ohiu”, con el que abandonaban las tablas.

Pero aun quedaban emociones, con el escenario presto para un tramo acústico e intimista con la hermana de Gorka, Nerea Urbizu en el piano para interpretar “Min Hau”, terminando por fundirse en un gran abrazo ambos al final del tema entre una ovación que resultó tan entrañable como la imagen merecía. Y tras ello llegaría la entrada estelar de El Drogas para continuar con este formato acústico en “Maravillas”, con los móviles iluminando el cielo de Bilbao. Otro momento de esos que simplemente hay que vivir.

De nuevo el escenario se quedaba vacio, pero la banda remataría la actuación en solitario para que podamos seguir recordándoles simplemente tal y como son, con un nuevo tramo intenso, veloz y electrizante con “Ikusi Arte”, “Denak Ez Du Balio” y “Katedral Bat”, sobrepasando tres horas de actuación que dejan el mejor recuerdo posible de una banda que se despide en lo más alto de una carrera que incluso se engrandece en su despedida.

ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)