CRÓNICA: THERION + IMPERIAL AGE + NULL POSITIV + MIDNIGHT ETERNAL

THERION + IMPERIAL AGE + NULL POSITIV + MIDNIGHT ETERNAL

20 – 02 – 18

Bilbao (Santana 27)

Siempre he pensado que Therion es uno de esos grupos internacionalmente reconocidos por un público selecto y exigente, pero a la vez, en un plano más general, sin haber alcanzado la popularidad merecida. Una vez más, se demostró con una entrada de apenas 250 personas en el gran espacio de Santana 27 que no se reconoce del todo el aspecto pionero de un grupo que tiene mucha influencia en posteriores operas metal y en la aparición de las voces sinfónicas dentro del heavy metal. Y digo esto teniendo en cuenta que era martes, pero en casos de bandas tan sublimes y tan destacadas no lo considero excusa.

El acompañamiento de otras tres bandas haría que las puertas se abrieran muy pronto para lo que es habitual. Personalmente lo agradezco, puesto que yo soy de los que se levantan a poner las calles a la mañana siguiente y eso significa que a su vez el concierto terminará a una hora prudencial. Pero evidentemente no pensarán lo mismo los que salen tarde de sus puestos de trabajo.

Así que apenas con un puñado de seguidores salió a escena Midnight Eternal. Muy desconocidos para mí. No me causaron una gran impresión, siendo una apuesta nuevamente por el metal gótico y sinfónico de voz femenina. Muy bien hecho, eso sí, con músicos de nivel, elegancia y con un encanto de vocalista llamada Raine Hilai que no solo canta como los ángeles, sino que sabe conectar con el personal en escena, a pesar de que el ambiente aún fuera muy frío. A estas alturas puede resultar un poco redundante encontrarte con una banda así, pero lo que hacen suena de lujo para los que aún no tengan cubierto el cupo.

Null Positiv fueron la mayor sorpresa de la noche. Una banda alemana de la que cuesta encontrar información que no sea en su idioma natal. Es el que utilizan en sus canciones, de una manera tan original como ecléctica es su propuesta Su enorme vocalista es capaz de llegar a registros extremos y alternarlos con partes melódicas de una manera impecable, siendo la suya una apuesta por un metal mucho más aguerrido que la tónica general de la noche, que no duda en tirarse al barro para restregarnos una aspereza mucho mayor a la del tacto sedoso de sus acompañantes de cartel.

Cuentan para ello con unas guitarras muy contundentes, pero que saben amoldarse al terreno que la voz requiere en cada palmo de su tortuoso trayecto.  Porque es Elli Berlin desde el micro, quien se lleva buena parte del protagonismo de la banda, con una presencia escénica impactante, maquillada con tintes oscuros al igual que sus compañeros, y derrochando energía no exenta de una sensibilidad que jamás se aparta de la crudeza de unos ambientes que hacen honor a su nombre. Nula positividad, pero musicalmente una banda que puede sorprender y encontrar su sitio en un actual panorama que ellos pueden remover para ir emergiendo a la superficie del mismo.

Para seguir alternando las procedencias de las bandas nos llegaba el turno de Imperial Age, un grupo que parece casi un clon en lo musical de los propios Therion. Parece ser que el mismo Christofer Johnsson les ha apadrinado. Sería un añadido exquisito para los que habían ido a degustar la música de los cabezas de cartel. Con dos voces femeninas y una masculina, y ataviados con unos ropajes clasicistas que realzan el aspecto barroco de su música con esa pincelada visual.

Le dieron mucho protagonismo como es lógico a su nueva obra “The Legacy Of Atlantis”, la cual podría parecer que iban presentar íntegramente, aunque cambiando el orden de algunos temas. Sin embargo, en la segunda parte de su actuación rescatarían un par de canciones de su anterior disco “Warrior Race”.

Como momento de la descarga me quedo con “Death Ward” que les dio pie a buscar el apoyo del personal, intentándose alejar de la imagen de que este tipo de grupos tiene que ser para ver prácticamente comiendo palomitas. Bien es cierto que te brinda la posibilidad de recrearte en más detalles, de dejarte llevar por esa consecución de pasajes y la teatralidad que da el hecho de tener a tres solistas en escena.

En el aspecto musical conjugaron algunos arreglos disparados con algunos detalles de teclados tocados en vivo por una de sus vocalistas. Se agradece que al menos en todo lo posible se intente ser fiel al directo, aunque se entiende que en bandas de esta ampulosidad se hace imprescindible tirar de algunas programaciones. Su estilo puede que no dijera nada nuevo, pero apostaría a que al público atraído por Therion le gustó lo expuesto por los rusos.

30 años en activo haciendo un estilo arriesgado en su momento, pero que con el tiempo se iría reproduciendo por un sinfín de bandas y proyectos, demuestran que Therion es uno de esos grupos que debe recoger cualquier enciclopedia de heavy metal que se precie. Y es todo un lujo poder ver que en vivo son capaces de tener una solvencia que no riñe con su complejidad sonora, con esa cantidad de capas que tanto en voces como en instrumentación lleva un estilo que obliga a abrir bien tus oídos y con ellos tu alma, que recibirá una cantidad de emociones indescriptibles con la banda que Christofer Johnsson sigue capitaneando desde su guitarra rítmica.

A alguno le chocaría que el músico que tal vez menos luzca a nivel solista en la formación sea el que lleva el peso de todo esto. Pero algo parecido pasa con los directores de orquesta, ellos solo mueven una batuta y sin embargo es el referente de todos los demás. Algo parecido puede ocurrir en Therion, solo que aquí el líder es bastante más modesto y no duda en dejar que sus músicos brillen con luz propia, como es normal especialmente los vocalistas.

La actual tripleta de voces de Therion la compone los ya conocidos  Thomas Vikström y su hija Linnéa, a cuyo lado se ha incorporado recientemente Chiara Malvestiti, excelente vocalista lírica que se estaba dedicando en el momento que la reclutaron para la banda profesionalmente a la opera, y que tal vez alguno conozca de su banda anterior Crysalys. El caso es que la chica tiene una voz espectacular y supo estar sobradamente a la altura de sus dos compañeros al micro. Eso sí, mentiría si dijera que no eché en falta el carisma de Lori Lewis.

Ahora Thomas Vikström coge un papel muy protagonista a la hora de interactuar con el público. El ex de Candlemass y Stormwind (entre otros) se ha hecho con un puesto relevante en una banda que le brinda la posibilidad de sacar matices que a un vocalista habitualmente en una banda de metal al uso le va a ser imposible. Incluso sabe compaginar esa aspecto operístico con un tinte heavy que sigue manteniendo de manera natural. Por supuesto se entiende muy bien con su hija y con Chiara. En ningún momento se atisbó una sola descoordinación en partes solistas y coros, muy trenzados y bajo los cuales la banda supo crear esa grandilocuencia necesaria para este estilo, nuevamente con el apoyo de algunas orquestaciones disparadas.

La disparidad de opiniones ante su último “Beloved Antichrist” podría haber hecho contraproducente centrarse excesivamente en el mismo, algo que en propuestas operísticas es muy habitual, aunque la extensa duración del mismo pueda hacer muy complicado su interpretación íntegra salvo ocasiones puntuales. Así que la banda colocó dentro de un repertorio bastante completo algunas nuevas canciones, como “Theme Of The Antichrist”·, con el que arrancaron

El público poco a poco se iría metiendo más en la descarga. A ello ayudó el huracán Elli Berlin, de Null Positiv, que colaboró en “Din”, precedido de “The Blood Of Kingu”. “Bring Her Home” y “Night Reborn”, aun en los primeros compases, siguieron dando cuenta de que la banda tiene  un nuevo disco, del cual extrajeron para el repertorio piezas que se amoldan perfectamente entre clásicos de su trayectoria.

Alguno de estos ya no tardaría en llegar como fueron “Nifelheim” y “Ginnungagap”. Impulsaron la descarga hacia otro plano de dureza con el potente “Typhon”, antes del single “Temple Of New Jerusalem” que garantizaba que la concurrencia siguiera enganchada a la descarga, aun intercalando algún nuevo tema entre piezas de la historia de “An Arrow Form The Sun”, al cual sucedería un clásico de finales de los 90 como “Wine Of Aluqah” y un sofisticado “Lemuria” que sería un pequeño receso en cuanto a dureza, pero no en cuanto a plasmación excelente por parte de la banda. Therion no fallaría en eso.

“Cults Of Shadow” fue la ideal manera de volver a aumentar la temperatura de la actuación. Tras “The Khlysti Evangelist” llegaría un último retazo de su nuevo disco con “My Voyage Carries On”, para obsequiarnos con “The Invencible”, “Der Mitternachtslöwe” y un “Sons Of The Staves Of Time”, que sería una rúbrica enorme para la actuación.

Pero a la descarga le quedaban aún los bises, esos temas que toda banda emblemática tiene en su repertorio y que se han convertido casi en fetiches a estas alturas. Por supuesto hablo de “The Rise Of Sodom And Gomorrah” y “To Mega Therion”, este introducido por Christofer Johnsson que hizo gritar a todos los presentes el nombre de la banda en una parte final festiva a la manera de la banda, con el líder de la banda ya desprovisto de sombrero y gafas. Pero incluso en esas son un derroche de elegancia.

ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)