HIGH ON FIRE + ORTHODOX

28 – 06 – 15

Bilbao (Kafe Antzokia)

 

 

No es de las bandas habituales de nuestros escenarios, por donde no se dejaban ver en sala desde 2007, con lo que High On Fire bien merecían ser anhelados por los seguidores del más fiero y duro metal. A día de hoy siguen siendo un grupo con un camino trazado suficientemente personal, con una originalidad no perdida con el paso de los discos, resultando apetecibles para los seguidores que buscan ese componente diferente, nuevo y arriesgado. En su contra jugaba la época del año, más propicia para decantarse por eventos al aire libre, y el hecho de ser un caluroso domingo con buena parte del personal teniendo que trabajar a la mañana siguiente. Con todo ello, sin llegar al lleno, cerca de tres cuartos de entrada terminarían por echar leña al fuego de los de Oakland, California.

ORTHODOX
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Hablando de propuestas arriesgadas, no son Orthodox de los que pasan desapercibidos. Con un retraso de prácticamente 45 minutos con respecto al horario inicialmente previsto arrancó su corta e intensa descarga. Aparecieron como un curioso dúo conformado por Marco Serrato al bajo y voz y Borja Díaz a la batería. Lo que en cualquier otra banda no pasaría de ser la base rítmica aquí se convierte en todo un arsenal de densidad metalera en forma de un personal doom.

ORTHODOX
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Los sevillanos llevan más de una década haciendo música, habiendo sido en el pasado un trío en el que no faltaba la guitarra, como elemento sin el que prácticamente es imposible entender el metal. Sin embargo en la actualidad ellos tiran para delante de esta propuesta sin dejar de llenar cualquier espacio con unas características muy especiales en las que huelga decir la gravedad que adquiere un sonido absolutamente oscuro y pútrido. Su calidad individual no pasó desapercibida para los presentes, que de por sí se mostraron abiertos a recibirles, terminando sus temas en ovaciones si cabe más sonoras según avanzaba su intensa y corta descarga. Les sobró tiempo para sudar la camiseta ante el calor reinante en esta tarde noche de junio en la capital vizcaína.

ORTHODOX
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Parecía que “Countess Bathory”, versión de Venom, sería su la pincelada final, pero se apresuraron a ofrecer otro de sus temas, agradeciendo al personal el apoyo y comprensión con una propuesta ajena a cualquier estereotipo, sin importarles el qué dirán y muy lejos de pretender quedar bien con todo el mundo, enterrando cualquier atisbo de comercialidad en un infierno del que jamás podría escapar. Dentro de la subjetividad que ello requiere por parte de cada individuo, no cabe duda de su capacidad para transmitir esa agonía pretendida, su calidad como músicos y que en los presentes fueron mayores los que reconocieron su actuación.

HIGH ON FIRE
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Y es que de por sí hay que ser abierto de mente para degustar la musca de High On Fire, una de las bandas que en los últimos lustros más ha marcado el sonido del metal a nivel internacional, aunque muy lejos de los terrenos mainstream a los que pudieron llegar algunas bandas de las décadas anteriores. Porque más allá de catalogaciones como doom, stoner, sludge o thrash ellos lo que hacen es un heavy metal que no ha perdido la raíz rockera, solo que lo llevan al terreno salvaje que parece salir tan de dentro de su líder Matt Pike, con una imagen y unas hechuras que bien podrían asemejarse con el rock más tradicional, pero al que le da rienda suelta con una visceralidad tan arrolladora que termina por macar la personalidad y el estilo que les ha hecho ser reconocidos.

HIGH ON FIRE
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Venían a Bilbao con un reciente disco bajo el brazo, apenas editado unos días antes de esta fecha, con el que vuelven a sacudir los cimientos de nuestra escena, tanto por contundencia en el sonido como incontestable nivel. Precisamente de ese “Luminiferous” fueron una buena parte de sus doce cortes interpretados esta noche, pero sin dejar de lado su previa carrera discográfica, con la que ya suman siete discos.

HIGH ON FIRE
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El trío fue una auténtica explosión en la que cabe destacar la aportación de cada miembro de la banda, no solo como unas bestias pardas cada uno en lo suyo, sino como unos excelentes músicos. La base rítmica conformada por Des Kensel y Jeff Matz dota a High On Fire de un grueso nivel que sirve para que Matt Pike se sienta arropado. Este, por su parte, rugió con fuerza en el plano vocal en medio de una tormenta sonora donde la suma de su guitarra al grueso colchón tendido por sus compañeros, no dejó de generar una avalancha sonora incontenible, capaz de derribar todo a su paso.

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El líder de la banda, en una imagen característica, ya apareció luciendo tatuajes con su torso descubierto, lanzándose a tumba abierta con “The Black Plot”. Diestro en solos de lo más clásicos, con ese carácter stoner que se dispara hace estilos más endurecidos, pero sin dejar de lado una imagen y una forma de tocar que denota haber bebido mucho del rock de siempre.

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Sus doce temas podrían parecer escasos pero la intensidad brindada a la descarga hizo que la hora y cuarto sobre las tablas de la banda americana diera de sí lo suficiente como para dejar satisfecho al personal con atronadores piezas como “Speedwolf” o “Rumors Of War” tras las que llegó uno de los nuevos temas con una sensación más completa. “Carcosa” puede que no sea el single más adecuado de ese último disco, pero es una mastodóntica composición que no deja de escupir fuego de múltiples colores.

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“The Sunless Years” continuó presentando lo nuevo de la banda, para pasar a recordar algo de sus trabajos más pretéritos como “Cometh Down Hessian”, editado hace ya una década. En ese tiempo no han dejado de ofrecer consistentes temas como “Madness Of An Architect”, de los más netamente doom de su repertorio, tras el que “The Dark Side Of The Compass” nos devolvía a la caña más acelerada.

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“10.000 Years” sería el último ramalazo verdaderamente denso en su descarga, repartiendo buena brea “Slave The Hive” y “Fertile Green”, para cerrar la noche con un “Snakes Of The Divine” con dos partes muy diferenciadas. Tralla inicial y finalmente una oscuridad que dejaría retumbando en nuestros oídos aún el último estruendo perpetrado por la banda mientras que sus miembros saludaban y agradecían a las primeras filas el apoyo recibido. Un gesto de humanidad tras el ataque feroz de estas bestias del escenario.

Texto: Antonio Refoyo (antonio@lamiradanegra.es)