quaoar_dreamers-dreamingQUAOAR

(Dreamers. Dreaming)

9/10

 

 

 

Mucha incertidumbre estos últimos cuatro años sobre que nos depararía lo nuevo del quinteto bilbaino. Muy poco que decir acerca del origen y posterior desarrollo de la banda que no se sepa ya al menos en la escena bizkaina. Aun así, para quien aun en nuestra tierra no los conozca, así como para el resto, diré que en el año 2007 nació un grupo con pretensiones reales de triunfar o de al menos dar un puñetazo en la mesa del Rock. Ese año Quaoar comenzaron su carrera con su debut «Man´t», un disco que les permitió darse a conocer proponiendo un estilo cercano al Rock/Metal progresivo con grandes dosis de tecnicismo. Gracias a esta buena acogida y como buena banda local que se precie, recorrieron buena parte de la geografía bizkaina afianzándose como grupo y demostrando que tan solo estaban avisando de lo que más tarde llegaría.

Algún que otro cambio de formación y continuas ganas de evolucionar se comprenden entre 2007 y 2011, fecha en la que publican “The river & the soul” lanzamiento que confirma lo que se venía viendo, una banda estandarte en el panorama bizkaino y una rotunda apuesta en el futuro musical de nuestro país y más, si cabe, del panorama internacional. Este segundo trabajo les abrió definitivamente las puertas: reconocimiento en la crítica de todo el país, seguidores en aumento, ganadores en multitud de concursos…

Cinco tipos cuya única misión es la de dejarse llevar por encima de modas, estilos o tendencias. Cinco músicos (algunos de ellos profesionales) dispuestos a no dejarse influenciar ni a sucumbir a sencillas formulas que les garanticen el camino más corto.

Amantes del Rock en todas sus vertientes, portando la bandera de la libertad musical, siempre en la búsqueda de nuevos horizontes, solo buscando la satisfacción personal y si a alguien más le gusta perfecto…esos son Quaoar.

Una filosofía que les ha dado resultado y que repiten de nuevo en su flamante nuevo trabajo «Dreamers. dreaming». Cinco soñadores que no dejan de hacerlo transformando ilusiones en brillantes composiciones. Y es que definitivamente este será a todas luces el disco que les consagre. Se les abre a partir de ahora unas dificilísimas puertas musicales, terriblemente blindadas en nuestro desagradecido país y probablemente de mejor apertura en el resto de países de todo el mundo. Paises donde, sabido por todos, la educación musical forma parte del crecimiento de todo individuo. Países donde se ama la música y se la considera un bien más que preciado, donde debido a dicha importancia se obtiene una cantera de verdaderos profesionales.

Este ya sería otro tema a tratar pero desde luego está relacionado con la actualidad y futuro de bandas como Quaoar. No solo los profesionales en diferentes ámbitos tienen que emigrar para encontrar mejor suerte y reconocimiento, en la música desgraciadamente también pasará. Dentro de la enorme mediocridad estatal y de la espantosa falta de ilusión y medios, se encuentran grupos que son tan inusualmente competentes que el maltrato ignorante puede acabar con ellos cerrando para siempre esas corroídas puertas.

Como digo, ese es otro tema y aunque en mi opinión Quaoar tienen la maldita mala suerte de haber nacido aquí, no dejan de serlo y como paisanos que son, no podemos dejar de enorgullecernos.

Hacía mucho tiempo que no escuchaba a una banda bilbaina, bizkaina, vasca o española sonar tan enormemente internacionales, estoy seguro de que ellos lo saben y será allí donde pongan sus miras. Entre tanta exquisitez, amalgama musical, perfecta ejecución y notable mejoría compositiva tan solo sigo viendo un pero. Muchas veces me ha pasado que al término de conciertos o escuchas de sus temas me ha resultado un tanto difícil mostrar mi sincera opinión ante tanta opinión abrumadoramente optimista. Lógico, por otra parte, la solvencia y robustez sonora de la banda hace que literalmente en ciertas partes de sus composiciones, se te abra la boca de puro asombro y es que en efecto, no estamos acostumbrados a tanto nivel y mas siendo de aquí.

Quizá no tenga uno, sino dos peros. El primero siempre lo he achacado a la falta de emoción o al poco enganche entre toda la avalancha sónica de tecnicismos e intensidades. Comenzar escuchando uno de sus temas y estar disfrutando de su desarrollo para estallar en su estribillo o parte reconocida es irremediablemente mi mejor combinación. Normalmente, y como gran fan de infinidad de grupos de Rock Progresivo, estoy acostumbrado a composiciones largas, épicas, anárquicas y elaboradas, pero de alguna manera y dándome mucha rabia nunca he encontrado en Quaoar esa chispa, esa consecución de acordes y armonías en sus estribillos que hicieran conmoverme o cantar. Es como si en determinados momentos estuviera prohibido repetir algún que otro patrón creyendo que así se perdería esencia o originalidad. Afortunadamente para mí, en este último disco observo más atención en ese aspecto, o por lo menos más apuesta por entrar más fácilmente; obviamente entre todo su arsenal de «armas progresivas» a las que nos tienen acostumbrados.

No es tener que sacar peros porque sí, porque de tan buenos que son haya que ser «especialito», «sibarita» o simplemente «tocacojones». Me queda el otro «pero» y allá voy.

Este está relacionado con sus influencias. El año que yo les conocí me lleve una grata sorpresa primero por su capacidad musical y segundo porque compartíamos el gusto por una banda que a ambos nos volvía locos. Son siempre inevitables las influencias y no solo eso, ¡son vitales! Adorar trabajos pasados, elogiar carreras de nuestros héroes y emular evoluciones de quienes tanto nos han enseñado forma parte del aprendizaje de todo músico. El problema, al menos en mi caso, ocurre cuando una banda se asemeja tanto y tan increíblemente bien a una banda ya consolidada aunque aun en el circuito underground. Ellos son PAIN OF SALVATION. No quisiera en absoluto que se mal interpretaran mis palabras al decir lo que voy a decir. Soy como dije antes seguidor de la banda desde sus inicios, aquellos en los que practicaban un Metal Progresivo elaboradísimo con un Daniel Gildenlow pletórico en el que daban un puñetazo a tantas y tantas bandas del género en plena efervescencia «drimciatera». La cosa es que el paralelismo entre ambas bandas me ha resultado siempre asombroso para mi sorpresa y disfrute, claro. El problema es que me ha dado después la sensación de que de alguna manera el nombre de los suecos nunca salía mencionado por ellos mismos en diferentes entrevistas, etc. Pearl Jam, Soundgarden, Alice in Chains o Led Zeppelin son como ellos mismos dicen sus maestros y principales influencias pero, ¿y Pain of Salvation?. Me resulta curioso tanto el paralelismo estético como el musical. Sus evoluciones me resultan casi idénticas pasando del Metal Progresivo al Rock progresivo más stoner, setentero o acústico que los de Gildenlow practican ahora con sus dos «Road Salt»…

El tiempo disipará mis dudas, estoy convencido de ello. No me llena más de orgullo y disfrute que una banda tan cercana a mi practique este estilo tan maravillosamente bien pero ojo!, quiero que sean cada vez más Quaoar. No quiero que irremediablemente cuando escuche algunos de sus pasajes, cortes, coros o la cada vez más impresionante voz de Iñigo me lleven a acordarme de Pain of Salvation, veremos qué pasa.

Entrando ya en materia nos encontramos con un trabajo de 10 cortes impregnados todos ellos de enorme sensibilidad y virtuosismo musical. Grabado casi en su totalidad en los Beard Estudios de Bilbao, ofrece a la banda un potente y envolvente sonido donde todos a los matices que genera la banda en sus temas les hace justicia su fantástico sonido. Durante su escucha se aprecian tantos y tantos detalles, efectos, etc. que te hacen ver la enorme cantidad de horas que han dedicado en estudio para llevar a cabo toda esa imaginería.

Tienen un poco de todo en cuanto a duración de los temas, aunque como siempre predominan los cortes largos, esos que de tanta pasión y libertad se niegan a acortar dejando volar su despliegue técnico e imaginativo.

«Touch Guy» es su primer tema y el que da título a su primer single y videoclip. Una canción que entra bastante fácil y rotunda gracias a ese riff principal tan stoner. Un tema que comienza con fuerza y que en su desarrollo nos descubre a unos Quaoar más asequibles pero con las pinceladas marca de la casa. Tras este tema de apertura en el que, como digo, te hacen pensar que se han bajado del burro y que finalmente pretenden captar más rápidamente a un nuevo público, regresan a sus raíces más puras y genuinas con «The big hole». Este segundo tema comienza acústico y con mucho regusto a banda alternativa noventera. Un tempo muy cortante donde multitud de cambios e intensidades se suceden mientras cabalgan sobre ellos melodías fantásticas gracias a sus potentes y a la vez delicadas guitarras. Un trabajo por cierto excelente durante todo el disco, tanto en sus espectaculares solos utilizando como pocos el «wha»o «slide», así como haciendo gala de una magnifica destreza a la hora de elaborar armonías.

«Go to momo» es su siguiente corte, en este parecen sacar buena parte de su artillería con un Bjorn inspiradísimo. Cierto es que cada vez es más corta la distancia técnica entre el rubio batería de origen noruego y el resto de sus compañeros. La diferencia es ya muy corta e incluso me atrevería a no hablar de porcentajes, esos que daban su mayor valor al baterista por encima del resto. Es sin duda uno de los temas principales del disco e incluso fue primera opción para presentarlo como videoclip, descartado después por su larga duración. Una brillante composición, una vibrante ejecución y un trabajo de voz muy notable a cargo de Iñigo, quien demuestra en los diez cortes lo que es; un grandísimo cantante con un apabullante pulmón y enorme versatilidad. También en la voz han apostado por explorar diferentes registros donde se aprecia aun mas su excelente voz.

«Fable» es un tema cortito y acústico en su totalidad. Repleto de misticismo, nos sumerge en una atmosfera sin igual con multitud de efectos en torno a esa guitarra acústica tan elaborada y tan bien producida. Utilizan en este tema diferentes instrumentos de cuerda enriqueciéndola si cabe aun más. Otro gran ejemplo de cómo sorprender en poco más de dos minutos.

Le llega el turno a «Goodbye» y en esta sí que si, descubro que es imposible que esto se haya facturado dentro de nuestras fronteras. A pesar de no poder evitar hacer comparaciones con el antes citado grupo sueco, me quito el sombrero ante semejante maravilla. Un tema que comienza con un Iñigo dulce y delicado para acabar completamente desatado. Tras su increíble solo de guitarra, culmina con un éxtasis de pura emoción mezclando los terribles alaridos del cantante con la enorme pasión salida de las seis cuerdas. Realmente una maravilla probablemente ni propia de los más grandes.

«Childish true love», una vez más repiten la formula de empezar de manera aparentemente simple o al menos más tranquila y acústica para dar un giro hacia la mitad y volver a sorprender con toda la dureza. Un muy buen tema aunque quizá no de los que más destaquen.

Mas metalera aunque con tinte alternativo se muestra «Chatterbox», con un comienzo muy en la onda de unos actuales Rush. Vuelven a derrochar todo el potencial técnico que poseen dejando paso a sus habituales pasajes acústicos para desembocar en un épico final al grito de «Everyone is crying for their lives».

Encaran la recta final de este sobervio trabajo tres temas. A partir de este punto es donde espero el truco final, la traca final, la casa por la ventana y si, sucede. «The man drained of all» es una titánica composición repleta de genialidades al más puro estilo Opeth. Musicalmente se salen por todos los costados regalándonos riffs pesados, progresivos e hipnóticos. Igual de sorprendente vuelve a resultar la voz, donde es capaz de pasar a susurrar cual angelito inofensivo a gritar como el peor de los demonios.

«Cayendo místicamente» podria ser un agridulce final por ue para su noveno corte vuelven a utilizar la combinación «intro acustica/final epico». Eso sí, magistralmente interpretada, solo que quizá y a estas alturas ya no logre sorprender mucho mas. Un tema con mucha pasión y sentimiento, aunque tal vez no tan lustrosa como las anteriores.

Casi diez minutos dedican al cierre de «Dreamers. dreaming» con «Home». Muchísima sutileza desde el minuto uno con ese ritmo tan elaborado y de escuela a cargo de Bjorn. Subidos a ese carro de maestría se despiden poniendo el broche final a un sublime disco. Ciertamente lo despiden por todo lo alto por si no había quedado claro cómo se las gastan: intensidad, fuerza, emoción…

Es sin duda el disco que les consagrará aquí y catapultara fuera de nuestras fronteras porque se lo merecen por tanto esfuerzo y porque tristemente obtendrán allí toda recompensa. Tan solo necesitan de alguien que pueda o sepa llevarles a todos esos lugares que deben conquistar. Ya veo el cartel compartiendo gira con unos Opeth, Pain of Salvation o Bigelf. También les veo incluidos en la lista de diez mejores de 2015 elaborada por ilustres como Mike Portnoy entre otros.

Señores soñadores, pronto dejareis de soñar para vivir la realidad de vuestro éxito. Magnífico trabajo.

GUILLERMO FERNÁNDEZ