CRÓNICA: UNISONIC + LORDS OF BLACK + NIGHTFEAR + TAKEN
UNISONIC + LORDS OF BLACK + NIGHTFEAR + TAKEN
7 – 12 – 14
Villava, Navarra (Totem)
Queríamos comprobar la respuesta del público ante este segundo paso de Unisonic por nuestra tierra con su correspondiente segundo disco. El tirón que provocó la unión de dos pesos pesados como Michael Kiske y Kai Hansen, con evidente y consiguiente olor a los clásicos Helloween, hizo que la primera visita, acompañando entonces a Gotthard, fuera sonada, pero tocaba comprobar que ese boom no se apaga cuando Unisonic comienza a tomar más bisos de grupo, apostando por más temas propios en un segundo plástico totalmente recomendable como “Light Of Dawn”. Soy de los que quedó maravillado con el primer trabajo de los alemanes, pese a que para muchos la tendencia más hard rockera que power metalera de los temas pudiera suponer una decepción. Este nuevo trabajo mantiene un equilibro entre ese tipo de temas y otros mucho más veloces, lo que hace subir enteros a la banda a la vez que asientan una forma de hacer las cosas con las claras señas de aquellos Helloween de los 80 muy latentes. Es curioso que la práctica totalidad de la obra la haya compuesto Dennis Ward.
El cartel era extenso, puesto que a la presencia de Unisonic se sumaban tres bandas más, manteniendo más o menos una línea estilística común, aunque con sustanciales cambios musicales.
Los locales Taken abrieron la noche con la ilusión de unos niños con zapatos nuevos. La joven banda presentó en su propia casa ante un nutrido público su power metal de la escuela más clásica. Poca originalidad, pero en cuanto a sus composiciones hay que reconocer el curro que llevan y que tampoco disgustarán a ningún seguidor del estilo. La banda funciona muy bien en estas lides, sin tacha en la ejecución de los temas y con un vocalista que da la talla en unos registros exigentes. Cualidades mostraron ante una sala Totem aún lejos del calor que cogería poco más tarde, pero con muy buena presencia de público para que esta actuación en un gran cartel no cayera en saco roto por parte de los navarros. Esperemos que a su calidad le sumen en un futuro no muy lejano ese ápice de originalidad necesario.
Más power nos llegaba en este caso de tierras madrileñas por parte de una banda que suena muy consolidada pese a contar tan solo con un trabajo editado. Cierto es que mirando con retrospectiva y una vez de haber disfrutado al grupo en vivo cabe pedir una mejora en la producción de los temas, pero ya nos parece “Inception” un debut de consideración al que, como apreciamos esta noche, le va a seguir un segundo disco que promete.
Nightfear presentó varios temas de adelanto su próxima y segunda obra con resultado más que óptimo. Algunos de los títulos nuevos que pude coger son “The Prophecy”, “Path Of Victory” y “Sands Of Fire”, imponentes por parte de una banda con una pegada mucho más dura que sus predecesores. Fuertes se mostraron desde el inicio con “Immortal” con Lorenzo Mutiozabal mostrando unos tremendos registros. Cómo me recordó al bestial Hennimg Basse en Metalium en este arranque. La banda le sigue para hacer de aquello algo apabullante. Pero no solo se limitan a tocar duros, compactos y con nivel, sino que muestran en todo momento una sonrisa en el rostro, disfrutando del momento. Evidentemente ante unos temas muy desconocidos por la mayoría es difícil conectar de lleno con el personal, pero ellos lo lograron en una buena parte, consiguiendo finalmente que puños y cuernos se alzaran mayoritariamente en el recinto. No era para menos con la interpretación que se marcaron de “Nightamare”, para quien suscribe imponente en esta ocasión, con la banda demostrando una entereza propia de un grupo de peso al que solo le falta ir haciendo camino y trayectoria. La base rítmica compenetrada hace que aquello atruene, mientras las guitarras rugen como fieras. Puro metal con una entereza propia de veteranos, pero de momento les queda hacer camino y que el público más purista del heavy metal se digne a prestarles la atención merecida. Significativo reconocimiento el logrado por ellos esta noche.
Llegaba el turno de ver a Lords Of Black, quienes ya se colaron hace apenas unas semanas con otro gran nombre como Gotthard. La banda cuenta en sus filas con un plantel de lujo con Victor Durán (Khael) al bajo, Andy C. (Saratoga) a la batería, Tony Hernando (Saratoga) a la guitarra y Ronnie Romero (Jose Runbio´s Nova Era) a la voz. No han hecho esperar demasiado su primera remesa de temas encuadrada bajo un homónimo trabajo donde quedan patentes las cualidades de un grupo aplastante por su contundencia y por su calidad.
Dejando atrás la época de Tony en Saratoga en este proyecto se me vienen a la mente las composiciones de sus trabajos en solitario. Recuerdo como comentaba el guitarrista de su tercera obra como Tony Hernando que aquellos temas instrumentales podían ser cantados. Puede que sea solo por el tacto personal con el que el guitarrista toca sus temas fuera de una banda a la que más bien se tuvo que acoplar, pero lo cierto es que en cuanto a fuerza y sonido se me vienen a la mente aquellos temas instrumentales, solo que ahora con un vocalista imponente como Ronnie Romero al frente.
Tras haber pasado por Santelmo o Jose Rubio´s Nova Era ahora tenemos al chileno en este barco en el que esperemos que se asiente y cuaje como lo que es, un vocalista de los que impresionan a propios y extraños. Su registro es simplemente inhumano. Pareciera que se hubiera comido al demonio. Me recuerda mucho a Jorn Lande. Evidentemente estamos hablando de la escuela Dio, pero lo que le distingue es la agresividad prácticamente constante con la que saca sus registros vocales, capaces de devorarnos vivos. Un complemento acorde al potencial demoledor de un grupo aplastante, con un Tony Hernando que se luce en riffs y solos con su gran talento. Sin desmerecer a lo hecho en Saratoga, su brillantez como guitarrista considero que en un grupo donde da vía libre a sus características resulta mucho más resplandeciente.
Se presentaron en Villava con su homónimo “Lords Of Black” ante un público que no tardó en resultar deslumbrado por el potencial de la banda. A medida que pasaban esos temas propios de metal con un deje bastante oscuro el público se levantaba más de sus asientos. Bueno, ya estábamos de pie, pero ya me entendéis. Temas con la profundidad de “The Gran Design” puede que no sean los más indicados para enganchar con el público, no hablamos de estribillo fácil, pero nadie quedó impávido ante lo que escuchaban y veían, y sobre todo ante el torrente vocal de un Ronnie estelar.
Pese a las ganas de ver a Unisonic consiguieron que el personal pidiera otra tras interpretar el tema de cierre de su disco, “When Everything Is Gone”. Cierto que el vocalista pinchó un poco para ello, pero era evidente que a la gente le había gustado lo que había visto, con una aprobación generalizada reflejada en el ambiente. La recompensa fue una versión del “We Rock” de Dio muy correspondida por la gente, atronando en cada estribillo. Una banda que impresiona.
La noche había ido rodada con los grupos de apertura para los alemanes, yendo de menos a mas como suele ser de rigor cuando se cumplen los papeles esperados, pero dejando en todos los casos una grata sensación. Unisonic no podían estropear la noche y, por supuesto, no lo hicieron. Ni siquiera la lesión de Kiske en su pierna izquierda mermó la sensación dejada por la banda. Una vez escuchada su nueva obra con Unisonic pareciera que incluso el vocalista se acercara cada vez más al que registrara los “Keeper Of The Seven Keys” para entrar para siempre en el corazón de los seguidores del heavy metal. Independientemente de sus devaneos con otros estilos la vuelta del hijo pródigo es acogida con los brazos abiertos por todos. Otro factor curioso tal vez menos llamativo para muchos fue ver a Kai Hansen sin su habitual Flaying V, aun no tengo claro si de manera premeditada o por alguna otra razón. Lo cierto es que aquello funcionó a las mil maravillas.
Concierto de órdago el ofrecido por Unisonic, una formación que para nada es un grupo frío de mercenarios juntos en un proyecto por la pasta. Además sorprende en algunos casos hasta la modestia con la que el propio Kiske entiende que pese a la unión de grandes nombres es lógico que, por ejemplo, sean teloneros de Edguy puesto que estos gozan en la actualidad de más popularidad. Pienso que una banda en la que encontramos a gente de la trayectoria de Kosta Zafiriou a la batería, Mandy Meyer a la guitarra, el respetadísimo por méritos propios Dennis Ward al bajo y los consabidos Kiske y Hansen, empieza bastantes peldaños más arriba.
Bien es cierto que explotando esa imagen de los ex Helloween tampoco pretenden quedarse en una mirada al pasado, ya que la banda apuesta por sus temas propios, como quedó patente en un repertorio donde fundamentalmente se presentaron temas de sus dos discos editados hasta la fecha. Evidentemente, no dejaron tampoco a la gente, de manera dosificada, de brindarle algunos temas de Helloween que, por supuesto, provocaron la locura.
Pero no deberían ser menospreciados al lado de ellos para nada temas como “For The Kingdom” o “Exceptional”. Un arranque donde devaneos físicos del cojo vocalista aparte ponía la sala ya patas arriba. Además, Kiske no dudó en acercarse hasta las primeras filas desde bien pronto, buscando el contacto más directo y el calor enfervorecido de unos seguidores que pueden seguir asombrados del timbre de voz y la potencia conservada por un vocalista al que hace no mucho no soñaríamos con ver de nuevo cantando a este nivel en una banda, dejando aparte su genial aportación a la ópera rock de Tobias Sammet “Avantasia”.
El único percance reseñable de la descarga fue el problema con la guitarra de Meyer en “Your Time·Has Come”, solucionado antes de llegar al momento crucial para él. “Star Rider”· nos mostró una parte en la que el propio Hansen se hizo cargo de la voz en un tema con mucha marca del pelirrojo guitarrista. Críticas a su primera obra aparte, está claro el nivel de temas que nos dejó, como en el caso de “My Sanctuary”, el cual ya sirve para conectar con un público metido en el bolsillo. Y no íbamos a salir de allí en toda la descarga.
“When The Deed Is Done”· fue un momento de relax tras haber llegado a un punto muy alto de intensidad, si bien este tampoco haría rebajar los ánimos ante la fenomenal interpretación del vocalista. “Souls Alive” se convierte en el momento de lucidez de Mandy Meyer, que introduce el tema y en cuyo núcleo brinda un excepcional solo de guitarra. El vuelo seguía en ascenso con “King For A Day”, llegando a tocar el cielo con “March Of Time” de Helloween. La respuesta era acorde a la interpretación del propio grupo y, cómo no, de un vocalista que alcanza aún los registros de aquel veinteañero bastante menos pelado que en la actualidad. Bromeó a lo largo de la descarga con su calva y su parecido a Rob Halford.
No fue la única broma de unos músicos que parecen seguir haciendo gala del Happy Metal con el que muchos denominaron su estilo en los 80. De hecho, fue para recordar el momento en que Kiske se sienta y solos él y Hansen cantan como un par de amigos confraternizados desde siempre y para siempre “Over The Rainbow”, terminando con la genial imitación de Elvis del vocalista. Tras ello Hansen brinda un solo tal vez algo largo y no muy entretenido, pero la recta final con “Throne Of The Dawn” vuelve a levantar los ánimos llegando a “We Rise”, donde se produce el curioso desliz de Kiske prestándolo como “Rise And Fall”, rectificando rápidamente no fuera a ser que alguien pensara que venía otra de Helloween.
Vendría tras la marcha del grupo a camerinos después de este último tema oficial, como dijo el vocalista. Y es que sabíamos que quedaba algo más. Esperado era el “I Want Out”, como un chorro revitalizante que, pese a lo largo de la velada con cuatro bandas, nos hacía dejarnos la piel echando un cable a quien no lo necesita. Porque Michel Kiske hizo un nuevo alarde. Considero que incluso los efectos que envuelven su voz en algunos momentos le son totalmente innecesarios. De quitarse el sombrero y rendirse a sus pies. Sin querer dejar de lado a una banda que suena de cine y donde hay que destacar a cada componente, por supuesto también a un Dennis Ward cuya posición en un discreto segundo plano no le hace justicia a su creatividad puesta al servicio de este proyecto donde destacan ciertas individualidades, cierto, pero donde la cohesión la hacen todos, empezando desde la base. Quedaba el final con el homónimo tema con el cual les conocimos dejando el pabellón en lo más alto, mandándonos para casa con la satisfacción de la grandes ocasiones, esas que nada más terminar ya estás deseando volver a vivir.
ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)
