DANIEL PIQUÉ

(Boo!!)

9/10

Si este joven brasileño tiene que ponerse en contacto directamente con nosotros para dar a conocer su obra, sin ninguna compañía detrás que apoye semejante trabajo, es que algo va muy mal no solo dentro de este negocio. El mundo no carbura. La imagen del propio Daniel Piqué en portada con evidencias de desequilibrio mental, más bien deberíamos aplicársela a aquellos que venden y disfrutan con la más contaminada basura musical, mientras que una obra como “Boo!!” tiene todas las papeletas para quedar como pieza destinada a unos pocos freakies que de verdad sientan la música, lo que en ella hay de cultura, de innovación y de sentimiento. O puede que dentro de unos años este sea un codiciado trabajo cuando este chico logre un reconocimiento en el mundo de la guitarra, al que aspira con estas condiciones fuera de serie que demuestra.

Uno podría pensar por la presentación y el título que nos vamos a encontrar ante algo excéntrico, de digestión complicada, pero no. A estas altura uno ya ha oído demasiado como para que algo como esto le vaya a sacar de sus casillas, ya hemos visto a monstruos como Joe Satriani o Steve Vai irse por las ramas en experimentos musicales infumables en muchas ocasiones. Daniel Piqué crea un disco que deja boquiabierto a quien suscribe por otras cualidades que unas locas ideas. Es un disco que no se queda anclado, que va incluso dos pasos más allá de lo que podemos esperar de un disco de guitarra, pero que a la vez mantiene los pies en el suelo, dotando de congruencia a estos 9 temas instrumentales diferentes entre sí pero no contrapuestos. Daniel Piqué no mea fuera del tiesto, aunque pueda llegar a algo de fusión con el jazz y el funky en los finales “The Short Of Nutcase” y “Colic”, demostrando que no necesita demasiado para sonar como un cañón. El solo y sin acompañamiento es una mecha incandescente en busca de una explosión. El disco no tiene más que el respiro de “1960” una susurrante balada cargada de emoción a la que se le puede encontrar mucho significado en esas notas. Lo que pasa es que acompañarse para este trabajo por Billy Sheehan al bajo y Mike Mangini a la batería son palabras mayores. Se lucen también estos explotando las posibilidades de estos temas potentes a la vez que elaborados, con la ayuda puntual de unos teclados ejecutados por Yaniel Matos y Fabio Laguna. La producción ha sido llevada a cabo por él mismo, por Brendan Duffey y Adriano Daga, sacando un trabajo sobresaliente (entre otras muchas cosas) en cuanto a sonido de los estudios Norcal de Säo Paulo, que nada tiene que envidiar a otros prestigiosos nombres.

Las ideas del guitarrista fluyen dejando a cada paso alucinantes destellos con la participación activa de esos compañeros de sobra conocidos en contraposición con un guitarrista aún por descubrir. “Peacock Ink” resulta más progresivo, explorando sonidos Daniel con su guitarra. Sin embargo, más allá de complejidades técnicas, que las hay, todos los temas tienen un enganche que les hace distintos e identificativos, a la vez que audibles para todos los amantes de la guitarra o de la música instrumental en general. Escucha, por ejemplo, “Over Dee Mon” y verás como te quedas con ese punteo inicial casi de forma inconsciente, aunque luego los temas extiendan inacabables extremidades como raíces que exploran y buscan siempre savia nueva. Se trata de un guitarrista inquieto que busca oídos inquietos pero no eruditos, sino apasionados. No os hagáis a la idea de un disco frío aparentemente medido y pensado por la mente de un músico virtuoso, porque bombea sangre caliente.

ANTONIO REFOYO (antonio@lamiradanegra.es)

INFORMACIÓN ADICIONAL:

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